Unos 700 jóvenes se quedaron sin comer y se generó un caos. El rectorado asegura que el edificio está abierto para el desarrollo normal.
Momentos de tensión e incertidumbre se vivieron en la Universidad Nacional de Salta por la toma del rectorado, ayer. Es que trabajadores no docentes debían ingresar temprano, al edificio, a sus puestos de trabajo pero no pudieron ya que se encontraron con las puertas trabadas con bancos y sillas, incluso, con candados. Por este motivo, tuvieron que volver a sus casas.
«Desde el 11 de octubre que estamos en esta situación y diariamente había dos o tres jóvenes que sostenían la toma, pero hoy (por ayer) había 20. Al enterarse que queremos volver a trabajar, vinieron más. Encima gritan, nos faltan el respeto. No tienen educación», relató Gabriela, una trabajadora.
Los trabajadores, durante una asamblea labraron un acta en la que expusieron que «la cantidad de alumnos que intervienen en la toma del rectorado alcanzan unos 6 o 7, frente a 40 mil estudiantes de la universidad».
Trascendió que quienes pretenden mantener la toma forman parte de un grupo reducido que no pertenece a centros de estudiantes, ni gremios.
«En el rectorado están dos áreas fuertes de la universidad: liquidación de sueldos y tesorería. Hoy (por ayer) ya no se va a pagar ni a proveedores, no se va a liquidar sueldos, faltaba que cobren los becarios, los profesores, así que se va a paralizar todo si no se levanta la toma», aseguró Gabriela.
Sin comida
En consecuencia, personal del comedor universitario colocó un cartel en la puerta de acceso que decía: «en apoyo a los compañeros del rectorado que no pueden ingresar a sus lugares de trabajo, el comedor de estudiantes no brindará el servicio». Por esa razón, unos 700 alumnos, se quedaron sin sus raciones de comida. Esto agravó aún más el conflicto. Muchos de ellos poseen becas.
La jornada se iba tornando cada vez más agitada y los centros de estudiantes de las facultades de Ciencias Naturales, Ciencias Exactas, Ingeniería y Salud hicieron circular un comunicado que decía: «se acabó el circo, convocamos a una asamblea estudiantil para disolver la toma, hoy (por ayer), a las 13 hs.»
De esta manera, los estudiantes se acercaron a quienes llevan adelante la toma y hubo diferentes discursos, luego entredichos y fuertes discusiones.
Muchos alumnos pedían a viva voz que se levante la medida. Contrariamente, un grupo reducido que permanece apostado en las escalinatas del edificio, aseguró que no quería que se levantara la misma. En ese transcurso intentaron realizar votaciones. Hubo fuertes gritos y la situación se tornaba caótica.
En este contexto, se concretó una mesa de diálogo con el objetivo de mediar y acercar posiciones, conformada por representantes de rectorado, los gremios de ADIUNSa y APUNSa, y de cuatro jóvenes, quienes llevan adelante la toma. Posteriormente el rectorado emitió un comunicado en el que puso en conocimiento que «desde el mediodía de ayer el edificio del rectorado se encuentra abierto para el desarrollo normal de sus actividades».
«Se acordó permitir el libre acceso al edificio central de rectorado y la continuación de distintas acciones en defensa de la Universidad Pública», dice el comunicado.
Trascendió que los jóvenes que llevan adelante la toma plantearon continuar con la medida pero bajo otra modalidad «flexible, simbólica, diurna, por lo que no se quedarán a dormir en el lugar, y permitirán el acceso a los trabajadores, hasta el 12 de noviembre, fecha en la que está prevista la tercera marcha federal Universitaria».
Varias semanas
El edificio había sido tomado desde hace varias semanas, desde el 9 de octubre, después de que se conociera la decisión del Congreso de la Nación de blindar el veto presidencial de Javier Milei a la Ley de Financiamiento Universitario. La medida de fuerza comenzó por estudiantes de la Facultad de Humanidades.
El 29 de octubre pasado, el personal no docente del rectorado presentó una nota ante el rector, Daniel Hoyos, pidiéndole que gestione el regreso de los trabajadores a sus puestos en el edificio dado que se había tomado excesivo el tiempo que llevaba la toma.
«La toma no es una forma de manifestarse. Nosotros llevamos semanas trabajando en condiciones indignas. Ya se torna muy difícil trabajar en la biblioteca. Estábamos todos metidos ahí, hacinados, uno encima del otro y faltaba señal, a veces nos faltaban papeles, expedientes», contó.
Y añadió: «entendemos el derecho a la protesta pero en este caso colisiona con nuestro derecho a trabajar en un ambiente digno. Esperamos poder trabajar mañana (por hoy)».
Fuente: El Tribuno
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