Por Carlos Saravia Day
La salud del pueblo es la ley máxima, ley que recuerda el mito de Hércules en uno de sus trabajos, cuando el Titán limpió los establos del rey Augías, tarea que el gobierno está en vías de cumplir, pero también existe otro mito a medida con el que nos vamos apartando de la filosofía, el “Laissez faire”.
Es el problema, ya no de higiene social y política, y es el problema de la responsabilidad social que permaneció relegado a último término. Esa zona de responsabilidad deberá ampliarse inmensamente en el futuro, mientras nuestro destino se halle en manos de un proceso impersonal, como es “la mano invisible del mercado”. ¿A quien podía exigírsele control y eventuales responsabilidades a un mercado automático que santificaba la producción orientada hacia el beneficio? por el solo hecho de añadir un pedazo necesario más al magro montón de la riqueza social se justificaba sin más.
Paradójicamente, cuando más rica se hace una nación, más peligroso se hace su futuro moral.
Nuestro futuro está determinado cada vez menos por las fuerzas económicas como sugiere el economista austriaco Joseph Alois Schumpeter y más por los problemas morales y técnicos.
La mano invisible del mercado, no puede resolver los problemas sociales y políticos solamente con criterio mercadista, ni minar el arte de gobernar considerando la historia como Teodicea, por más que invoque todo el ejército celestial con sus ángeles, arcángeles, delfines y serafines y dejar librado a la fe mercadista, que es la fe a macha martillo, como la fe del carbonero.
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