Por Carlos Saravia Day
Los argentinismos se abren cancha en la Real Academia Española de la Lengua, tal es el término «caradura» y que se usa para expresar: la frescura impávida, desenfado o desparpajo que bien le cabe a Alberto Fernández.
También la letra del tango y que “Siga el corso” cuando dice “sacate el antifaz te quiero conocer” y que se extiende a todo su gobierno, un verdadero corso a contramano. Donde se mezcla le verdad y la mentira o mezcla que representa la mayor mentira. Se hacía realidad la caracterización con la que Shakespeare describía a la historia: “El relato de un loco para muchos idiotas”.
El carnaval es una de las fiestas más antiguas de la humanidad que como dice el poeta español Mariano José de Larra “Todo el año es carnaval” y agregaba “Todo el mundo es máscara”.
Recuerdo cuando era niño mi primera careta y con todo candor frente al espejo me preguntaba con la careta puesta “Mascarita me conoces”.
El efecto de la máscara hacia afuera produce fascinación porque detrás de la máscara comienza el secreto sin que sepamos qué esconde. Es una barrera de separación cargada de contenido peligroso. Amenaza con su secreto que va creciendo detrás de ella.
La máscara, parece decir con intriga amenazadora “Yo soy lo que estás viendo y todo lo que temes está detrás.
Lo que en ella hay de cierto está cargado de incertidumbre.
La máscara es algo exterior que nos ponemos y está claramente diferenciada de quién la usa. Este último temerá su desenmascaramiento y esto se ha convertido en un extendido temor entre los integrantes del último gobierno.
Quién los desenmascare buen desenmascarador será, justicia.
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