«Budotizo» es el pseudónimo incluido en la partitura. La letra fue encaragada al «Teuco» Castilla. La dictadura militar ordenó ocultarla y luego de más de 40 años se recuperó. Miguel Ángel Pérez “Perecito” tuvo un rol protagónico.
Finalmente, el Himno fue ejecutado por primera vez esta semana por la Orquesta de la UNSa, dirigida por el maestro Ángel Lapadula y fue interpretado por la cantante Magui Soria.
Compuesta en los primeros años de la década de los ’80, quedó olvidada bajo el seudónimo «Budotizo», en un depósito de papeles de la UNSa y fue recuperada por la coordinación del Centro Cultural Dr. Holver Martínez Borelli.
Se descubrió mientras se investigaba distintos concursos que se convocaron en la década del 80, para obtener sólo la letra del himno.
Tras el trabajo de la coordinadora del Centro Cultural Holver Borelli, Lucrecia Coscio, y su equipo, encontraron documentos valiosos. Sin embargo, entre las propuestas de letras apareció una pieza musical que estaba guardada bajo el pseudónimo: “Budotizo”.
Tratando de dar con la persona, se descubrió que el autor era el “Cuchi” Leguizamón. “Sentimos que era necesario rescatar ese legado destinado a nuestra Universidad que articula con la estética de nuestro escudo y nuestro lema”, dijo el Rector.
El paso siguiente fue convocar al escritor y poeta Leopoldo Castilla, reciente Doctor Honoris Causa de la UNSa, quien se mostró dispuesto a pensar en una letra que conjugue ese pasado cultural en el que Cuchi realizó la música, con este presente. La obra final fue interpretada en las afuera de la Sala del Consejo Superior, por músicas y musicos de la Orquesta Típica Característica de la UNSa, junto a la concertista Magui Soria.
Un relato lleno de emoción
Previo a escuchar la interpretación, el Rector Daniel Hoyos pidió permiso para que pudiera hablar Juan Martín Leguizamón, hijo del entrañable músico. En un emotivo y breve relato, contó que la pieza musical se creó durante los años 70, pues recordaba que era una melodía que se escuchaba de manera reiterada en su casa. “Nos gustaba mucho ese tema, y se lo pedíamos mucho porque nos parecía algo distinto de lo que dijo que “lo compuso para que alguna vez, si fuese posible, fuese el himno de la Universidad de Salta”, contó.
Juan Martín dijo que el Cuchi se propuso componer un himno con tres premisas básicas: “Una que no fuese marcial, cosa que nos parecía fatal. La otra que fuese breve, para no distraer en su extensión. Y la otra que fuese muy emotivo, y creo que lo ha logrado”. La familia Leguizamón creció con la melodía y sabían que estaba “dando vuelta”, pero nunca habían sido convocados para darle una forma institucional, incluso, pensaron que todos los elementos que podían dar cuenta de esta composición ya no estaban más.
Lo único que tenían era lo que guardaban en su memoria. Pero les parecía “extraño” que sólo estuviese al interior de la familia, así que se pusieron en un trabajo de investigación “Supimos que había mucha gente que la había escuchado, que sabía del hecho de la escritura de este himno. Y también supimos que se podía hacer un peritaje sobre la obra que tomaba esa melodía que tenía en la cabeza”, relató. Sin embargo, aún no tenían novedades y con esa inquietud familiar, inauguraron el año pasado la Fundación Legado Cultural Cuchi Leguizamón. Fue allí que el Rector Daniel Hoyos, que participó del evento, les dio la noticia de que había aparecido una partitura entre los papeles de la Universidad.
“Lo fantástico es que la línea melódica de la partitura coincidía exactamente con lo que me acordaba, con lo cual tenemos una prueba más que suficiente de la autenticidad y del trabajo que el Cuchi había hecho”, celebró Juan Martín, quien dijo que la motivación principal del Cuchi para componerla fue el amor a la provincia y a la Universidad. Recordó que el compositor salteño había estado presente en las discusiones por la creación de la Universidad Nacional de Salta, porque “era un defensor de la universidad pública, gratuita y de calidad”.
Juan Martín agradeció que el Rector Daniel Hoyos haya encomendado la tarea a Leopoldo “Teuco” Castilla para escribir la letra, ya que también es “alguien más de la familia” Leguizamón y de la cultura de Salta. “Agradezco a este hermano que se atrevió a poner una letra sobre una música ya escrita, cosa que no es una letra sencilla”, destacó, logrando instituir así un “himno que parecía no existir más”.
Es por eso que manifestó que “cuando hay una decisión, cuando hay una búsqueda, cuando hay un trabajo en la memoria, la memoria nos restituye identidad, nos restituye pertenencia y nos restituye aquello que creíamos perdido y nos pone en un movimiento”, que hoy, pone en valor el inigualable arte de un artista como el Cuchi Leguizamón. “Es un momento de mucha emoción y entonces quiero agradecer a todas las autoridades de esta universidad. Hoy mi papá es el soñador”.
El hallazgo
La Coordinadora del Centro Cultural Holver Martínez Borelli, Lucrecia Coscio, contó que la miembro del equipo Nora Wayar, le hizo saber que se acordaba de una carpeta de concursos que se habían hecho entre 1981 y 1982, pero que eran para la confección de la letra de un posible himno. Sin embargo, tales concursos quedaron desiertos. “Estaban acompañados por algunas partituras”, recordó.
“Estábamos haciendo la limpieza del lugar e indiqué que busquen el material referido a un concurso sobre el himno. Ese mismo día me comunican que se había encontrado algo”, relató. La fecha era el 21 de abril de 2023, mismo día en que Norita Cortiñas, estaba en el Centro Cultural Holver Martínez Borelli, presentando su libro ‘La madre de todas las batallas’; y la Fundación Legado Cultural Cuchi Leguizamón, abría sus puertas a la sociedad salteña.
Tras el hallazgo, el Rector Daniel Hoyos, encomendó que se realizara una pericia a Pablo Herrera, quien en octubre del año pasado le entregó el texto “Análisis de una pieza inédita de Gustavo “Cuchi” Leguizamón. Himno de la Universidad Nacional de Salta”.
Hoyos también le pidió al poeta y escritor Leopoldo “Teuco” Castilla, que se sumara con su escritura y le diera letra a la melodía. Castilla dijo que se enfrentó a una tarea difícil puesto que había que alcanzar “el nivel de músico” que era Cuchi. “Desafío en toda Latinoamérica a encontrar a algún autor de un himno que tenga ese nivel creativo del Cuchi”, expresó.
Contó que ante la melodía, sabía que se trataba de un himno breve: “eran seis líneas y seis líneas”, cuando es habitual que los himnos tengan 40 líneas. Es por eso que dijo que se enfrentó al desafío de “cómo decir todo lo posible en seis líneas, y no caer en lugares comunes”. “Un himno para todos los pensamientos, corrientes, donde estén los valores de la igualdad, la solidaridad, la humanidad, donde esté la ciencia y la palabra. Todo eso en un himno breve”, manifestó.
Además, Castilla sabía que “este himno es de esta Casa y esta Casa tiene mucho que ver con mi vida. Así que estaba entre dos fuegos, entre el Cuchi y el corazón, y les agradezco a ustedes la delicadeza de dejar de formar parte”, expresó el escritor, reciente Doctor Honoris Causa de la UNSa.
Como se supo
Juan Martín Leguizamón, cuarenta años luego, tarareaba la melodía y así llegó caminando hasta la UNSa. La inquietud fue recibida por el rector Daniel Hoyos y convocaron al músico Pablo Herrera para peritar esa melodía. Finalmente, la convocatoria se realizó en una reunión en diciembre de 2022. Las piezas estaban sobre la mesa, pero todavía faltaba mucho.
En abril de 2023, en los lóbregos depósitos del Centro Cultural Holver Borelli, una secretaria encuentra, tras mucho buscar, una caja llena de polvo y de años con una carpeta adentro que contenían tres sobres. La caja dice: «Concurso Himno de la UNSa», y se explica de la siguiente manera.
La UNSa, en tiempos de dictadura, año 1981 y 1982, lanzó el concurso para el Himno de la UNSa, pero sólo pedía letra. Un concurso para un himno, sólo con letra y sin partitura describía las inconsistencias que poetas y músicos, de esa época, infringieron a modo de desobediencia. Perecito y el Cuchi, por supuesto que, presentaron letra y música y ahí quedó, según informa unarticulo de Antonio Gaspar en El Tribuno.
«Aún no sabemos por qué, o cuál, razón el concurso quedó desierto», dijeron fuentes universitarias. Como toda en toda autocracia, lo que no gustaba se desaparecía. Y así quedó la música guardada en un hipogeo de tiempo; sobrevivió la memoria.
Las partituras fueron enviadas a Herrera, el perito. La primera fue enviada, demoró un tiempo y luego se desestimó. La segunda volvió a pasar por lo mismo.
Se descubrió mientras se investigaba distintos concursos que se convocaron en la década del 80, para obtener sólo la letra del himno.
Tras el trabajo de la coordinadora del Centro Cultural Holver Borelli, Lucrecia Coscio, y su equipo, encontraron documentos valiosos. Sin embargo, entre las propuestas de letras apareció una pieza musical que estaba guardada bajo el pseudónimo: “Budotizo”.
Tratando de dar con la persona, se descubrió que el autor era el “Cuchi” Leguizamón. “Sentimos que era necesario rescatar ese legado destinado a nuestra Universidad que articula con la estética de nuestro escudo y nuestro lema”, dijo el Rector.
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