Recorrió la distancia en 19s46 y fue escoltado por Bednarek. Además, hizo historia al ser el primer atleta de su país en ganar un título olímpico. El ganador de los 100 metros llegó tercero y más tarde confirmaron que tenía coronavirus.
Están ocurriendo algunas cuestiones raras en el excepcional atletismo de estos Juegos Olímpicos de París 2024, aunque varias de ellas previsibles. Por ejemplo, ver a Jamaica triunfar entre los gigantes de lanzamiento del disco o a Estados Unidos alternando entre los medallistas de las carreras de mediofondo o fondo, frente a la legión africana.
Una de las novedades la aportó ayer un velocista proveniente de Botswana, un país enclavado en el corazón de África y con apenas 2,6 millones de habitantes: Letsile Tebogo se convirtió en el primer sprinter surgido de ese continente que gana una de las carreras más codiciadas del programa atlético, los 200 metros llanos.
Allí, de paso, naufragaron las ambiciones de Noah Lyles por su “triple corona” después de los electrizantes 100 metros que ganó el domingo. Lyles terminó en una silla asistido por un grupo de asistentes y recién allí se supo que había contraído covid, por lo que no se comprende bien quien lo dejó ingresar a la pista. Marcó 19s70, ocho centésimas por detrás de Kenneth Bednarek y muy relegado a los 19s46 del vencedor.
Así Tebogo, con su carrerón, también evitó que los estadounidenses coparan el podio de los 200 metros, que tantas veces sucedió en los Juegos. En su caso, sin embargo, no se puede hablar de sorpresa, ya que venía avisando de sus formidables condiciones físicas en los últimos tiempos. Es el emergente de una muy buena cantera de velocistas y el nombre de Botswana ya aparece en todas las pruebas de 100 a 400 metros con nombres destacados como Isaac Makwala.
La aparición estelar de Tebogo se produjo dos años atrás durante el Campeonato Mundial u20, en el estadio Pascual Guerrero de Cali, Colombia: venció en los 100 metros con 9s91, que representaron el récord mundial de la categoría. Lo sorprendente aquella vez fue que -acaso tratando de imitar a su ídolo Usain Bolt- desde treinta metros antes de la llegada pareció saludar o dirigirse al que venía segundo, el jamaiquino Bouwahjgie Nkrumie. Algo que se interpretó como una canchereada, fuera de lugar, al que Tebogo después le quitó relevancia: “Sólo quería disfrutar en la carrera junto con los otros competidores. De ningún modo quise faltarle el respeto a nadie”. La misma sorpresa se la dieron a él pocos días después cuando, buscando el doblete, un israelí llamado llamado Blessing Afrifah (pero de origen africano) lo postergó en la final de los 200 metros, ambos con 19s96.
El tránsito hacia la categoría mayores fue vertiginoso: el año pasado, en el Campeonato Mundial en Budapest, Tebogo logró la medalla de plata de los 100 metros con 9s88, escoltando a Lyles, y también llegó a la medalla de bronce en 200, ganados nuevamente por el norteamericano. Todo indicaba que la temporada olímpica lo tendría entre los principales protagonistas del sprint, en esta generación post-Bolt -aunque todavía lejos de los registros del jamaiquino-.
El 17 de febrero en Pretoria (Sudáfrica), favorecido por las condiciones climáticas y cierta altitud, estableció la mejor marca mundial de la historia para los 300 metros llanos con 30s69. Se trata de una distancia que no está incluida en los campeonatos oficiales, pero sirve de referencia a velocistas que se especializan en las otras pruebas. Y Tebogo también incursionó en 400 con 44s29. Si se toman en cuenta todas las pruebas de velocidad (de 100 a 400) apenas un puñado en el historial puede rivalizar con los registros combinados que ha logrado este hombre… de Botswana.
El último domingo, el de la finalísima de 100, redujo su marca personal a 9.86, aunque no fue suficiente para colocarse en ese podio que integraron Lyles, el jamaiquino Thompson y Kerley. Pero este jueves en los 200 no dejó dudas de su superioridad y la ventaja con la que ingresó a la recta final se fue consolidando hasta terminar en 19s46, una marca que lo ubica como el quinto mejor especialista de todos los tiempos, sólo precedido por dos jamaiquinos (Bolt y sus 19s19, Blake 19s26) y dos estadounidenses (Lyles con 19s31 y Michael Johnson con una centésima más).
Tebogo, del fútbol a las pistas
Como tantos otros velocistas africanos su infancia estuvo inclinada al fútbol hasta que a los 16 años se volcó totalmente al atletismo. Tebogo viene de un país de 2,3 millones de habitantes.
«Yo quiero hacer que algo cambie en el país, hacer algo diferente a estos grandes chicos, así que opté por competir en los 100 y en los 200 metros», decía hace un año. Aquella infancia transcurrió en un pueblo llamado Kanye, mientras que para su actividad atlético se trasladó a la capital del país, Gaborone. En un documental llamado By-the-Way-Africa, Tebogo recordó que “solía entrenar sin zapatillas de carrera. Eran muy caras y no me lo podía permitir en una familia extensa. Usaba un par de pantalones viejos que uno de mis tíos solía usar cuando estaba en la escuela. Era simplemente una cuestión generacional”. Pero comenzó a destacarse y recibió más apoyo, inclusive de una agencia italiana (Rosa Associati) que lo representa. Su entrenador se llama Kebonyemodisa Mosimanyane.
Si uno de sus sueños era lograr que se hable de africanos como reyes de velocidad, y no solo del mediofondo y fondo, va camino de conseguirlo.
En los 200 metros, los estadounidenses han ganado 17 de las 29 finales olímpicas y colocaron nombres entre las mayores leyendas del atletismo. Jesse Owens hizo suyo los 200 metros en Berlin como parte de su cuádruple corona, lo mismo que Carl Lewis en Los Ángeles (1984). En 1948, el triunfador fue Mel Patton, hijo del famoso general de la Segunda Guerra Mundial. No olvidamos que dentro de esa misma historia, tuvimos dos argentinos en las finales: Carlos Bianchi Luti (5° en 1932) y Gerardo Bönnhoff (6° dos décadas más tarde). La final de 1968 fue, probablemente, la más relevante de todos los tiempos y no solo por su calidad técnica -el triunfo de Tommie Smith con récord mundial de 19s8- sino por el símbolo que representaban, tanto el vencedor como el tercero, John Carlos, en la lucha por el Black Power.
Los europeos también dijeron lo suyo a través del soviético Valery Borzov en Munich 72 -y esta semana les entregó las medallas a los que llegaron al podio de 100- como de los italianos Livio Berutti y Pietro Mennea, dos prodigios técnicos. Atlanta 1996 fue el terreno de Michael Johnson con su récord del mundo de 19s32 y más recientemente disfrutamos la era Bolt, el único capaz de triunfar en tres Juegos consecutivos (2008 a 2016), la misma hazaña que consumó en los 100 metros. Su heredero en el título de 200 fue el canadiense Andre De Grasse en Tokio, pero ahora no pudo instalarse entre los finalistas.
Tebogo ha llegado para extender esa historia y, dada su juventud, para prometer mucho más en lo que se avecina en el alto nivel internacional.
Los 200 metros son su prueba favorita. «En 100, un mínimo error, un detalle, y estás afuera. Y los 400 me sirven para ganar resistencia en 200, la distancia que más me gusta”, dijo. Bolt es un ídolo “al que admiro en todo sentido”. Y puede llevar con todo orgullo la bandera de su pequeño país: “Ojalá más atletas, más deportistas, puedan aportarle medallas”, resaltó tras colgarse la dorada.
Lyles, el Covid y la polémica
Lyles, que aspiraba al podio y salió a la pista revolucionado, pegando saltos cuando sonó su nombre en la megafonía, se tuvo que conformar con el tercer puesto (19s70) debido a que Bednarek lo adelantó por solo ocho centésimas (19s62). Más tarde, se supo que el vencedor del hectómetro había dado positivo hace dos días de Covid.
«Quería correr. Me dijeron que era posible, así que simplemente me aparté del resto», indicó. El miércoles ya había participado en las semifinales. Y agregó: «De los tres últimos días, esta jornada fue por lejos la mejor. No puedo decir que estoy al cien por ciento, más bien al 90 o 95%».
El coronavirus se había «autoinvitado» a los Juegos Olímpicos de París 2024 desde el inicio de las competencias hace dos semanas. El 6 de agosto, el sistema de vigilancia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), «que analiza las informaciones de los medios y otras fuentes verificadas», indicaba que «al menos 40 atletas olímpicos habían dado positivo al Covid-19 o a otras enfermedades respiratorias».
Lyles ve esfumarse ya el reto de irse de París 2024 con cuatro medallas de oro. En la recta final de estos Juegos, tiene teóricamente la posibilidad de buscar consuelo en los relevos, aunque su estado de salud marcará ahora la decisión y su participación queda comprometida.
Sus compañeros del Team USA se clasificaron este jueves para la final del viernes en el 4×100 metros. No estaba Lyles, ya que la serie clasificatoria se disputaba en el mismo día que la final de 200 metros, pero el viernes los norteamericanos tienen la posibilidad de modificar la composición del cuarteto.
Para el sábado quedaría una eventual final con el relevo 4×400 metros.
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