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Se fue bañado en abrazosLa despedida de Ángel Di María

Gracias a la selección argentina, «el fideo» aprendió a llorar. De rabia, cuando era el blanco de las frustraciones ajenas; de alegría, cuando saltó el cerco de las derrotas y se hizo especialista en momentos eternos; y de emoción plena

Di María salió bañado en abrazos y en la ovación que pudieron prodigarle los argentinos distribuidos entre una multitud de colombianos. El equipo ganaba 1 a 0, la final ya se terminaba, eran momentos de gran tensión. Pero el ambiente se congeló para que el hombre de las mil batallas saliera sin prisa, como queriendo devorarse ese instante y que nunca se acabe. Salió y fue hacia el banco de suplentes, donde lo esperaba su amigo, su socio, el mejor de todos. El genio herido. Lionel Messi se levantó con esfuerzo, con hielo en su tobillo maltrecho, y se fundió con Angelito. Alguna palabra susurrada, no había mucho que decirse. Solo sentir. Fue el adiós glorioso que necesitaba. Di María se fue de la selección. Se fue campeón. Otra vez.

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Angelito, el hombre que destrabó todo en la Copa América 2021, con un gol de sello propio para vencer a Brasil en su casa y poner fin a tantos años de frustraciones; el que aportó para el duelo intercontinental y ganar la Finalísima; el que definió uno de los grandes goles de todos los tiempos en la final sufrida de Lusail. El que “rompió la pared”, que lloró en el césped del Maracaná para contarle a su familia, en plena pandemia, que la perseverancia tiene premio, a la corta o a la larga. A los 36 años, el flaco y largo al que llaman Fideo, dejó atrás una carrera con 144 partidos, 31 goles y 32 asistencias con la camiseta argentina. Un vínculo que nació el 6 de septiembre de 2008, con 20 años y un promisorio paso por las juveniles, en un partido de eliminatorias frente a Paraguay (1-1). Aquella noche, en el estadio Monumental, Alfio Basile lo puso de titular y lo reemplazó en el entretiempo por Sergio Agüero. Di María es, sacando a Messi, el que más sufrió los años de oprobio por la sequía de títulos. Esas finales perdidas, las cruentas sentencias de la opinión pública. Di María ha rendido culto a la perseverancia. Su personalidad también se forjó a partir de las lágrimas que corrieron ante tanto cuestionamiento y de las lesiones que se interpusieron en momentos cruciales de la vida de selección. Ante cada obstáculo, el rosarino fue el primero en querer estar.

 

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LEGADO. Con Messi, con Maradona, con Agüero… desde su debut en 2008, Di María dejó una huella imborrable en la selección con su gambeta endiablada

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TENAZ. La personalidad de Di María se forjó entre lágrimas ante tanto cuestionamiento

Con Maradona de DT, fue titular en el Mundial Sudáfrica 2010. A partir de entonces, salvo por ocasionales lesiones, sería número fijo para los seleccionadores nacionales. Alejandro Sabella, Gerardo Martino, Edgardo Bauza y Jorge Sampaoli recurrieron a su indescifrable y explosiva gambeta. En Brasil 2014 fue héroe y mártir de aquel subcampeonato: del gol salvador contra el duro Suiza al desgarro que lo dejó afuera de los dos partidos más importantes. En la Copa América de 2015, el sueño se frustró en el minuto 29 de la final contra Chile, y padeció lesionado desde el banco la derrota por penales. Al año siguiente, en la Copa América Centenario, se lesionó en el primer tiempo del segundo partido, ante Panamá. Pudo volver recién para la final, maltrecho y sin ritmo, pero no le alcanzó: otra vez Argentina perdió ante Chile en los penales. En Rusia 2018 fue víctima de la desorientación de Sampaoli. Titular en el debut ante Islandia, sin minutos en la debacle ante Croacia y autor de un golazo en octavos ante Francia, que no alcanzó para estirar un proceso penoso.

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FIN DE CICLO. A los 36 años, Di María dejó atrás una carrera con 144 partidos, 31 goles y 32 asistencias con la camiseta celeste y blanca

La era Scaloni, con sus idas y vueltas, terminó encumbrándolo. Hasta quedaron en el recuerdo las lesiones musculares, que muchos atribuían al estrés mental en situaciones decisivas. Di María disfrutó a la par de Messi los últimos años de este proceso, que coincidieron con un recambio generacional que contribuyó de manera crucial para que los dos históricos terminaran sus años de selección con la gloria que merecían. Ahora parece haber quedado en una nebulosa que durante los primeros tiempos del ciclo de Lionel Scaloni flotaba en el ambiente que Di María no sería tenido en cuenta. Hubo, incluso, cortocircuitos públicos. Luego de no haber sido titular en ningún partido de la Copa América 2019, Di María no fue citado a una doble fecha de eliminatorias en 2020. Y explotó. “No tengo explicación ni tampoco me la han dado. Si es por el recambio [generacional], entonces Leo no tendría que ir más, lo mismo Otamendi, Kun tampoco… Lo hacés con todos o no lo hacés con ninguno. Me rompo el ojete para estar en la selección”, dijo sin filtros. “Lo aprecio y valoro, pero el equipo funcionó sin él”, le respondió el DT. En la fecha siguiente, Scaloni lo llamó. Se reunieron e hicieron las paces.

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HÉROE. El gol en la final de la Copa América de 2021, su consagración en el corazón de los hinchas

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GRACIAS. “La vida me dio más de lo que alguna vez le pude pedir”, fue la frase que eligió para su Instagram antes de la gran final en Miam

Durante el ciclo en el que se conformó la Scaloneta, Di María fue encontrando su lugar de relevancia, más allá de si empezaba de titular los partidos. Sus intervenciones casi que fueron estratégicas. Incluso en la Copa América 2021, en la que comenzó el período de gloria, Fideo fue titular en solo dos partidos; uno de ellos, el más importante, la final contra Brasil, en la que marcó el gol del triunfo. Durante toda esa etapa dio la sensación de que Di María no era parte importante en los planes de Scaloni. El tiempo, los goles fundamentales y la identificación de la gente fueron cambiando todo. “Fideo, Fideo” es el segundo o tercer hit en cada cancha donde juega la selección. Él se lo ganó. Con llantos de bronca y goles excepcionales. El flaco largo de las lágrimas fáciles, que iba al club de barrio con las manos negras por ayudar a su papá, Miguel, el carbonero del barrio El Churrasco. El que era ninguneado en Central hasta que el viejo Ángel Tulio Zof lo vio y le dio lugar. El marido de Jorgelina, fundamental bastión y principal guardiana de la familia y del orgullo de Angelito, cuando tambaleaba por las críticas. “La vida me dio más de lo que alguna vez le pude pedir”, fue la frase que eligió para subir a su cuenta de Instagram antes de la gran final. El tributo en la concentración, la camiseta 11 con el “Gracias Fideo” en la espalda, el abrazo de sus amigos y sus hijas en el campo de juego. Ángel Di María dijo adiós. Ya tiene un lugar asegurado en el salón de la fama de la selección argentina.

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CAMPEONES DEL MUNDO. Otra vez una final, otra vez un gol del fideo Di María en el camino para alcanzar la gloria

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