En una carta a los dirigentes de Hermanos de Italia, la primera ministra volvió a distanciarse del fascismo, el racismo y el antisemitismo y advirtió que será expulsado quien no ha comprendido los cambios de las últimas décadas.
Consciente del daño causado por una investigación que la semana pasada provocó un escándalo al sacar a la luz actitudes y expresiones fascistas y antisemitas de jóvenes de su partido, Giorgia Meloni pasó al contraataque. En una carta que les escribió a los dirigentes de su partido postfascista, Hermanos de Italia, como ya hizo varias veces, volvió a distanciarse del fascismo y dejó en claro que “no hay espacio para posiciones racistas o antisemitas, como no hay espacio para los nostálgicos de los totalitarismos del 900 o para cualquier manifestación de estúpido folklore”.
Meloni aludió así a las imágenes de militantes de la juventud su partido aclamando al Duce, Benito Mussolini, así como a Adolf Hitler, con el brazo extendido, e incluso pronunciando frases racistas y antisemitas en reuniones en las que logró infiltrarse una periodista del sitio Fanpage. Esa investigación provocó la semana pasada fuertes polémicas y la renuncia de dos jóvenes referentes de la juventud meloniana.
“Como muchísimos de ustedes saben, estoy enojada y dolida por la representación de nosotros que ha sido dada por los comportamientos de algunos jóvenes de nuestro movimiento filmados en privado”, comienza la misiva de Meloni, que recordó que su partido de derecha, en su origen mussoliniano y llamado Movimiento Social Italiano (MSI), ya “había saldado sus cuentas con el pasado y con los 20 años del fascismo”, hace varias décadas.
Sin mencionarlo, Meloni se refirió al giro dado por uno de sus padrinos políticos y líder de la entonces llamada Alianza Nacional (AN), Gianfranco Fini, que en noviembre de 2003 renegó del fascismo al considerarlo “el mal absoluto”. En un histórico viaje a Israel, Fini también consideró las leyes raciales de Benito Mussolini “una infamia”, coronando, así, un proceso de revisionismo histórico que le significó una virtual rehabilitación, sobre todo ante los ojos de la comunidad internacional.
“Hermanos de Italia nunca fue un movimiento que se inspira al pasado. Desde siempre nosotros estamos interesados en el futuro. Hermanos de Italia no es como querrían pintarnos”, aseguró en su carta Meloni, que atribuyó esas imágenes a algunas manzanas podridas de la juventud del partido, que con “esa fea historia”, dañaban a la gran mayoría de jóvenes y le daban a la oposición munición para atacarlos.
“No podemos detener estos ataques, pero podemos hacer todo lo posible para estar a la altura del rol que los italianos nos han confiado (…) Nuestra tarea es demasiado grande para que podamos permitir a quien no entendió su dimensión arruinar todo”, aseguró, apelando al patriotismo.
“No tengo ni tenemos tiempo para perder con quien no puede entender qué es Hermanos de Italia y cuáles son sus desafíos históricos de nuestra época. No tengo ni tenemos tiempo para perder con quien quiere hacernos volver atrás, o con quien nos quiere transformar en una caricatura. No tengo ni tenemos tiempo para perder con quien, conscientemente o no, se vuelve un instrumento en manos del adversario”, siguió, sin ocultar su furia por un escándalo que justo la salpicó cuando estaba en Bruselas abocada en complejas tratativas para los denominados “top Jobs”, los cuatro puestos de mando de la Unión Europea (UE).
“Quien no puede entenderlo, quien no ha entendido este recorrido, quien no está en condiciones de seguir el ritmo, no puede formar parte de Hermanos de Italia”, advirtió, anticipando expulsiones y una purga interna en su agrupación.
“Pero si sabremos estar a la altura del desafío, les prometo que la historia se acordará de nosotros, que Italia se acordará de nosotros (…) y nos dará gracias por el coraje y la fuerza que habremos sabido demostrar”, concluyó, arengando a sus huestes con una expresión, al final, de tipo militar: “pies en la tierra, cabeza en alto y mirada siempre y solo hacia adelante”.
Muy tajante y clara, la carta de Meloni -que la semana pasada se había distanciado de sus jóvenes, pero tibiamente, ya que también había criticado a Fanpage al decir que “infiltrarse en las reuniones de los partidos políticos es un método de régimen”-, apuntó a dar vuelta la página de un asunto grave.
En el Senado, en efecto, la Comisión especial Segre, que trabaja para contrastar fenómenos de intolerancia, racismo, antisemitismo e instigación al odio, presidida por la reconocida senadora vitalicia Liliana Segre, sobreviviente del Holocausto, ya anunció que analizará las imágenes de Fanpage puestas sobre el banquillo y discutirá el asunto. En esos vídeos, además de vivar al Duce y a Hitler, algunos se burlan de Ester Mieli, senadora judía de Hermanos de Italia y ex vocera de la comunidad judía de Roma, con quien todo el mundo pasó a solidarizarse.
Entrevistada hace unos días sobre el tema Segre, de 93 años, que estuvo en Auschwitz y suele contar su experiencia ante estudiantes y profesores, ya amenazada en el pasado, no ocultó su pavor: “He seguido estas reuniones en las que se aclama Sieg Heil, es decir, también lemas nazis que lamentablemente recuerdo de modo directo. ¿A mi edad tendré que volver a ver esto? ¿Tendré que ser echada otra vez de mi país?”, se preguntó, en una frase que tuvo gran repercusión. Y que, según analistas, empujó a Meloni a reaccionar de forma urgente para hacer control de daños en un tema -el pasado fascista de su partido- que no deja de ser un fantasma que la persigue.
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