Política

Se caen privilegios de Pablo OteroDuro golpe al «Señor del Tabaco»: por presión de la AFIP, tuvo que aceptar los controles a los que se negaba

Pablo Otero, corredor de autos y dueño de Tabacalera Sarandí.

Tabacalera Sarandí era la única compañía que no usaba un sistema de estampillas digitales para fiscalizar la venta de cigarrillos El miércoles pasado terminaron de homologar las máquinas de control dentro de la compañía.

Desde hace 72 horas, Pablo Otero, el dueño de Tabacalera Sarandí y más conocido como el «Señor del Tabaco», tuvo que empezar a aceptar los controles que le exigía la AFIP y él se negaba a incorporar. Se trata del sistema de control digital de las estampillas de los cigarrillos que sirve para saber minuto minuto cuántos paquetes se fabrican y cobrar tributos acordes a la producción.

Otero y su empresa eran los únicos en el sector tabacalero que se resistían a esos controles y seguían usando un sistema más artesanal que consistía en recibir estampillas y luego presentar una declaración jurada ante el fisco en la que informaban cuánto habían producido. Ese método le permitía a Otero, según sospechaban en el organismo, evitar controles y pagar menos impuestos.

Otero incluso había recurrido a la Justicia para que intime a la AFIP a que le entregue más estampillas para seguir evitando el control digital. Pero el organismo resistió y argumentó que Tabacalera Sarandí tenía que ajustarse al nuevo sistema de control que es más afectivo para el cobro de impuestos y que además detecta el uso de estampillas falsas, un delito por el que fue denunciado el Señor del Tabaco, tal cual lo bautizó el presidente Javier Milei.

El pasado miércoles 22 hubo se puso en marcha el nuevo sistema de digital de control en Tabacalera Sarandí. Se llama Solución de Trazabilidad, Identificación y Control (STIC). Lo hizo la Casa de la Moneda -el único organismo habilitado para avalar esas pruebas- dentro de la empresa de Otero. «Se confirma que el sistema STIC ha sido aprobado durante las pruebas de homologación», se lee en los documentos oficiales a los que accedió Clarín y llevan la firma de un funcionario de la Casa de la Moneda y de Nancy Malerú, una directiva de Tabacalera Sarandí.

Estos nuevos controles digitales del ente recaudador habían arrancado en diciembre pasado ya con la nueva administración de Javier Milei en el Gobierno. Las empresas tabacaleras habían ido incorporando el sistema digital sin inconvenientes, pero Sarandí se resistía y seguía pidiendo las viejas estampillas.

Esa maniobra con el antiguo sistema de control le permitía a Otero llevara adelante todo tipo de irregularidades como la posible falsificación de estampillas. Según una pericia que elaboró la Casa de la Moneda en el marco de una causa judicial que tramita en Mar del Plata, Tabacalera Sarandí tenía estampillas truchas para uno de sus productos insignia, los cigarrillos Red Point. Con esa maniobra se evita el pago de impuesto.

La AFIP empezó a retacearle la entrega de las viejas estampillas por los incumplimientos para homologar el nuevo sistema. Según un documento oficial, desde enero a mayo Tabacalera Sarandí le pidió al organismo 325 millones de estampillas. Pero la AFIP solo le entregó 75 millones. Según el organismo con esa cantidad le alcanzaba a cubrir hasta un mes y medio de su producción futura. Y condicionaba seguir entregando el material a que se pusiera en regla con el STIC.

El Señor del Tabaco

Otero logró hacerse fuerte en el mercado del tabaco gracias a una serie de medidas judiciales que le permitieron no pagar impuestos. Sobre todo, el impuesto mínimo que se cobra a todos los paquetes de cigarrillos. El argumento de Otero es que su empresa es una pyme y que ese impuesto es confiscatorio ya que sus productos son más baratos que la competencia de primeras marcas y el tributo es mayor al valor de cada paquete de cigarrillo.

Con ese argumento, y sobre todo con un gran poder de fuego y lobby en los tribunales, consiguió varias cautelares que le evitaron pagar ese impuesto que es del 70% del valor de cada atado.

Así consiguió crecer y expandirse con precios bajos y ganó una porción de mercado desproporcionada. Según un informe de la consultora ABECEB por evitar el pago de ese impuesto, Tabacalera Sarandí pasó de tener el 5,6% del total del mercado en 2016, al 38,4% en 2023. En los hechos, con esa porción de mercado, la compañía de Otero ya no podría ser considerada una pyme. El propio Otero sostuvo que factura 800 millones de dólares al año.

Hay un dato más que inquieta a la AFIP y a sus competidores en el mercado del tabaco. Sarandí declara ante el fisco que sus atados de cigarrillos rondan los 600 pesos. Pero en los stands de venta se consiguen a un valor más alto, cercano a los 2000 pesos. Esa diferencia de fondos no quedaría registrada en ningún lugar y le da un margen de ganancia enorme.

Otero y su familia controlan una veintena de empresas en el país. Tabacalera Sarandí es la nave insignia del conglomerado por el poder económico que tiene. La tabacalera es controlada por otra compañía, Grupo Madero Sur, que también tiene diversificados sus negocios en medios de comunicación, el automovilismo (Otero es corredor de autos) y hasta la producción de obras de espectáculos. Un emporio construido gracias al tabaco y los impuestos.

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