Maravilla Martínez cambió su destino: del calvario en la cárcel por error a los tres goles para hacer delirar a Racing ante San Lorenzo.
El delantero pasó del calvario en la cárcel por error a ser la figura excluyente de la Academia ante el Ciclón. Trabajaba como recolector de basura cuando en un confuso episodio terminó tras las rejas. Llegó al fútbol «de grande», casi no hizo Inferiores y modificó su vida en función de la pelota.
Diez años pasaron. A Adrián Martínez, el delantero que brilló en el Cilindro de Avellaneda con tres goles para la victoria de Racing ante San Lorenzo, todavía no lo habían apodado Maravilla por el ex campeón mundial de boxeo Sergio Martínez y el fútbol estaba lejos de convertirse en su medio de vida. Muy lejos: trabajaba como recolector de basura.
Sin embargo, todo cambió para él cuando un accidente automovilístico le dejó muy comprometida una mano (y la vida en general): se le cortaron varios vasos sanguíneos y perdió su empleo cuando tenía una familia que mantener.
Para colmo, en un confuso episodio cayó preso en la Unidad Penitenciaria N° 21 de Campana. “A mi hermano le pegaron cuatro tiros y la gente del barrio le prendió fuego la casa a los agresores. Por ese hecho a mí y a otros familiares nos metieron presos. Estuvimos seis meses encerrados hasta que resolvieron dejarme libre de culpa y cargo”, le había dicho a Clarín en 2016.
Las vueltas del destino son indescifrables y semanas después de quedar en libertad un amigo suyo le sugirió que se presentara a una prueba en Defensores Unidos. Era el inicio de 2015.
“Hice goles en un par de amistosos contra equipos de la Primera B Metropolitana y de la C y quedé. Como el club no me iba a pagar un sueldo, sólo viáticos, mi amigo me daba una mano en lo económico”, contó.
Valió la pena. Con la camiseta del equipo zarateño metió 34 tantos en 73 encuentros y se puso en el radar de clubes importantes del Ascenso que se suelen disputar a esos futbolistas a los que el gol se les da naturalmente. En ese momento dio el salto a Primera B con la camiseta de Atlanta.
Pero fue Paraguay el destino en el que catapultó definitivamente su carrera, con pasos por Sol de América, Libertad y Cerro Porteño. Después jugó en Brasil (estuvo a préstamo en Curitiba) y la pólvora pareció haberse mojado allí, pero recuperó su poder de fuego en Instituto. Fue una de las figuras en el ascenso del conjunto cordobés a Primera. Y a comienzos de 2024 dio el gran salto: firmó con Racing hasta diciembre de 2026.
Carlos Tévez lo quiso para Independiente, pero Martínez eligió el lado celeste y blanco de Avellaneda para reforzar el significado de la palabra resiliencia y sumarse al proyecto de Gustavo Costas, el nuevo DT. Y ya empezó a pagar con goles.
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