Habían pasado poco más de cuatro meses de gestión de Bettina Romero y el dirigente designado para aliviar la tensión con el Concejo Deliberante pidió bajar los decibeles. Pero descubrió que su jefa momentánea no le pagaba para escucharlo y siguió fiel a su naturaleza.
El veterano dirigente, con más mañas que concreciones o éxitos en su carrera, Cesar “El Oveja” Álvarez asumió en los primeros días de abril de 2020.
De abril a diciembre de 2020 y mientras la pandemia consumía la energía de los gobiernos y el ánimo de los salteños, la intendenta no se privó de oportunidades para generar cruces totalmente evitables e innecesarios con el Concejo Deliberante, casi como los que mantiene hasta hoy a poco de dejar el cargo, y también situaciones de conflicto con empleados municipales, como fue el caso de la secretaría de Movilidad Ciudadana(Tránsito) a cuyos agentes se les prohibió, vaya desatino, hacer multas.
Ese lapso de nueve meses fue, como toda la gestión variado y prolífico en absurdos políticos, que no tienen otra explicación que la profunda convicción de la intendenta y sus asesores, de que el Concejo Deliberante es una categoría democrática inferior.
Y tal parece que, a poco de dejar el cargo después de la contundente derrota electoral, esa convicción se mantiene y se sostiene.
El decreto de designación le asignó a Álvarez el cargo de “asesor de Intendencia en cuestiones políticas e institucionales” y en ese decreto la intendenta le encomendó “la coordinación de las relaciones institucionales con el Concejo Deliberante y la comunidad, dirigir la oficina de proyectos estratégicos para la ciudad de Salta y atender los temas y acciones políticas que le sean requeridos por la Intendente”. En la práctica, un catálogo de intrascendencias, tanto como la figura política del personaje a cargo de tamaña pérdida de tiempo, quién desde hace un tiempo y en su ocaso decidió adoptar un perfil de somnolienta solemnidad.
A cuatro meses de gestión el estado de pugna era tal, que en sus primeras declaraciones públicas Álvarez enunció con tono profético que “es imprescindible, necesario y posible tener una relación más asidua con el Concejo Deliberante”, una sentencia de una pasmosa obviedad y con una profundidad como la de que ‘la lluvia moja’.
Sostuvo que “hay que bajar los decibeles, buscar los ámbitos y los lugares donde podamos armonizar aun en las diferencias. La democracia nos da esas posibilidades y el Concejo Deliberante está lleno de instancias superadoras”.
Respecto a los reproches públicos y tensión entre concejales e intendenta Álvarez dijo en aquella ocasión con una ingenuidad propia de un chico de jardín de infantes: “es una forma de gobernar, pero no obstante eso, la Intendenta avizora que es necesario dar vuelta la página y comenzar otra vez y es por eso que convoca a un dirigente, en este caso a mí”.
Un par de días antes que César Álvarez asuma con la misión de aliviar los ánimos, el Ejecutivo Municipal produjo el decreto 123, del 6 de abril. Tiene 21 considerandos y 25 artículos con medidas administrativas y de alivio del cronograma fiscal para mitigar los efectos que produjeron las restricciones sociales en la actividad comercial a raíz de la pandemia por COVID, además de medidas sanitarias.
Es otra pieza jurídica de excepción, con un detalle. En el artículo 3° de ese mega decreto, la intendenta invitó a los concejales a que se sumen al control de precios: “…la Subsecretaría de Defensa del Consumidor en conjunto con la Subsecretaría de Habilitaciones, coordinarán acciones con los organismos provinciales y nacionales competentes a los efectos del control sobre los precios de los productos regulados por la Resolución No 86/2020 y No 100/2020 de la Secretaria de Comercio Interior del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación…; “…En el marco de lo dispuesto, se invita a los Señores y Señoras integrantes del Concejo Deliberante a sumar sus esfuerzos y horas de trabajo en territorio, cuidando a los vecinos y coadyuvando a reforzar el esquema de inspecciones establecido, haciendo efectivo lo dispuesto en la normativa vigente. (El subrayado nos pertenece)
No hay que discernir demasiado para concluir que, en un momento muy sensible, con una gran carga de trabajo y tensión en todos los órdenes de la sociedad, la intendenta le quiso decir a los concejales algo como: “muchachos, nosotros estamos haciendo todo esto. Ustedes laburen, ayuden, salgan a controlar”.
Unos días después de ese decreto, los concejales se reunieron con funcionarios de Hacienda para conocer números reales del impacto fiscal por la baja de actividad y de recaudación. Entre tanta producción legal y el contexto de pandemia, el decreto pasó inadvertido y los concejales se llevaron información para trabajar un proyecto.
Invitarlos a “sumar horas de trabajo en territorio” tal como dice el decreto, fue un desatino político que no cayó bien, sobre todo implicó el primer desgaste para César Álvarez, flamante supouesto facilitador de las relaciones con el Concejo Deliberante que hubiera evitado esa inclusión si hubiera estado al tanto del decreto.
“Ha nacido una nueva relación entre concejales e intendenta”
Poco después de ese extenso decreto, la intendenta Bettina Romero relanzó el programa Unidos, que comprendía una serie de acciones destinadas a llevar alimento a los barrios más pobres de Salta Capital.
Lo hizo el martes 14 de abril, mediante una conferencia de prensa por redes sociales, que por problemas técnicos no se concretó en vivo.
Se difundió una grabación de 40 minutos con una exposición y la respuesta a algunas de las preguntas que los medios enviaron previamente.
La intendenta estuvo acompañada por funcionarios de su gabinete, representantes comunitarios y por los concejales Ángel Causarano, Abel Moya, Susana Pontussi, Jorge Altamirano y Ana Paula Benavides.
La presencia de los concejales en la rueda de prensa constituyó toda una novedad, ya que el vínculo de la intendenta con el legislativo municipal venía muy mal.
Explicó que con Unidos la tarea alcanzaba a 300 familias, unas 12.000 personas, que el trabajo influía en unos 200 barrios en total, que la Municipalidad había invertido hasta ese momento $5 millones y que algunas empresas aportaban alimentos.
La intendenta insistió en al menos cinco oportunidades en invitar, especialmente a los concejales y por sugerencia del gobernador, también a los diputados, a sumarse al esfuerzo que estaba haciendo la Municipalidad.
El estado de la relación entre Ejecutivo y Concejales a solo cuatro meses de gestión, puede medirse en las palabras del concejal Ángel Causarano, uno de los que tuvo más severos reproches públicos a la gestión y a la intendenta y habló en esa conferencia.
Se dirigió a la jefa comunal con un tomo amical, casi familiar: “agradecerte la invitación, no están todos los concejales porque hay reunión de comisión, pero estanos nosotros representándolos. Conta con nosotros, esperábamos este llamado y a partir de ahora, yo creo que con el amigo Álvarez (César) ha nacido una nueva relación entre los concejales y la intendenta; conta con nosotros, vamos a trabajar de la mano por el bien de los salteño, hay muchas necesidades y llegó el momento de mostrar nuestro gran corazón”.
Medidas fiscales extraordinarias
Casi inmediatamente al mega decreto municipal, con diferencias de criterio, votación dividida y en la primera sesión virtual en pandemia, el Concejo Deliberante sancionó, una ordenanza disponiendo medidas fiscales extraordinarias, destinadas a beneficiar a actividades comerciales, sectores autónomos y monotributistas.
La idea era acompañar a las pymes y pequeños comercios que se vieron obligados a suspender actividades o cerrar como consecuencia del aislamiento social, preventivo y obligatorio.
La ordenanza dispuso eximir el lapso del aislamiento el pago de las principales tasas municipales y una reducción del 50% de esas tasas por un período de 60 días, posterior a la fecha de finalización del aislamiento.
El debate fue extenso, casi seis horas y la votación muy ajustada en la que 11 concejales votaron en contra de volver el proyecto a comisión y aprobarlo y 9, a favor de posponer la discusión.
Previamente el Ejecutivo había advertido que con esa ordenanza existía riesgo de desfinanciar al municipio, que ya había tenido muy baja recaudación.
Pero tan fino era el recelo, que los concejales autores de la iniciativa dijeron haber presentado las ideas de esa Ordenanza con bastante antelación al mega decreto que curiosamente, reflejaba muchos de los alivios fiscales propuestos por los concejales.
Tan desconfiada se había vuelto la relación, que algunos concejales no creían en las planillas con datos de recaudación y proyección aportados a los ediles por varios funcionarios de primer nivel de Hacienda comunal, el lunes anterior a la sesión.
Una de las primeras mediaciones concretas del nuevo responsable de la relación institucional con el Concejo Deliberante fue un fracaso, resultó tardía e inocua a los fines de evitar que se sancione esa ordenanza.
Por ello, el Ejecutivo apeló a un extremo: el día de la sesión, la propia intendenta dejó entrever que la medida fiscal de los concejales podría complicar el pago de sueldos y en simultáneo el SI.MU.SA (Sindicato Municipal de Salta) que conduce Sergio Rodríguez ingresó una nota al Concejo Deliberante en uno de cuyos párrafos dice “ “Querer ser generoso con la plata ajena es muy fácil, nos preguntamos porque (sic) no convocaron a todas las partes y seriamente analizaron los problemas de fondo, presentes y futuros antes de hacer demagogia política”.
La ordenanza se sancionó igual y muchos recordaron que, cuando César Álvarez fue designado para llevar adelante las relaciones con el Concejo Deliberante, el presidente del cuerpo, que no fue a la presentación del programa Unidos, le dio la estatura política con la que lo medían los concejales dijo que “los intermediarios no eran necesarios”, que para eso el Concejo tenía un presidente.
La nueva relación a través del amigo Álvarez, a la que había aludido el concejal Causarano una semana atrás, había muerto antes de nacer.
“Nunca vi una cosa así”
Cuando Álvarez asumió, el Ejecutivo venía de vetar la ordenanza sobre emergencia sanitaria y de enviar una ordenanza ad referéndum que modificó la estructura política superior.
Esa ordenanza se sancionó ad referéndum porque el Ejecutivo entendió que el Concejo Deliberante no estaba trabajando.
Sin embargo, hacía poco más de un mes que la intendenta había dado su discurso de apertura del período legislativo y sucedió que, con la irrupción de la pandemia y el aislamiento, el cuerpo legislativo ocupó un poco más de una semana para organizar el personal y hacer sesiones virtuales.
Pero la intendenta dijo al respecto que “como gobierno, nosotros no podemos parar; he querido presentar proyectos y no tenía dónde”
Por estos dichos, en la misma sesión en la que se sancionan medidas fiscales extraordinarias, se produjo un hecho insólito.
El Concejo Deliberante sancionó sobre tablas una Resolución por la que le avisa al Ejecutivo que el “personal de Mesa de Entrada de ese cuerpo deliberativo trabaja con horario reducido, debido a las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio, los días martes y jueves en el horario de 10.00 a 11.00 horas; ello, al efecto de recibir y poner cargo a las presentaciones en soporte papel que remita el Departamento Ejecutivo Municipal”.
Le recuerda en otro artículo que “a los fines de remitir contestaciones de pedidos de informe, como así también cualquier otra documentación o instrumentos, y no pudiendo hacerlo por su urgencia en los días y horarios previstos, sigue habilitada la mesa digital mentrada@cdsalta.gob.ar. Debiendo remitir el soporte papel a la brevedad posible”.
Finalmente, a través de un tercer artículo “se solicita al Departamento Ejecutivo Municipal “comunique a este Concejo los mecanismos que tuviere habilitados para remitir documentación”.
Una concejal dijo en esa sesión que “en los años que llevo trabajando en el Ejecutivo o en el Concejo Deliberante, nunca vi una cosa igual”.
La extravagancia legislativa, que seguro no tiene antecedentes, resulta de que una parte constitutiva del gobierno municipal deba avisarle a la otra, mediante un proyecto de Resolución, cómo debe ser notificado, cuando ambos saben muy bien cómo funciona ese mecanismo.
Los decibeles no bajaron nunca, la página no se pudo dar vuelta y una oveja fue sacrificada en el altar de los fracasos, cargando una frustración más a su cargada mochila de infecundidades políticas, tan pesada como su trabajada solemnidad. No podía esperarse más de quién su apodo le denuncia su mentalidad de «rebaño».
Redacción Cadena 365.com
Agregue un Comentario