Las chances del conjunto dirigido por Cheika, que este viernes jugarán las semifinales ante los All Blacks.
¿Pueden los Pumas ser campeones del mundo?
El rango de respuestas valederas va desde “nada es imposible” o “los partidos hay que jugarlos” hasta “sí, si uno cree en los milagros”. También está el famoso 1% del que se aferra Jim Carrey en Tonto y Retonto. Cualquier contestación que escape a ese rango debe ser considerado una exageración Los Pumas están entre los cuatro mejores del Mundial. Ya de por sí es un gran logro. Es el objetivo que se propusieron cuando pisaron este país. Jugar los siete partidos. Ya avisaron que no se conforman con eso. Ahora van por todo. ¿Tiene posibilidades reales de lograrlo?
La euforia que despertó en la Argentina la victoria ante Gales en los cuartos de final, que metió a los Pumas entre los cuatro mejores por tercera vez en los últimos cinco mundiales despertó la intriga en quienes no están del todo interiorizados con la realidad del rugby. ¿Es factible lo que aventuran los jugadores de que pueden ir por todo?
La primera respuesta que surge instintivamente es contundente. No. La mismísima semifinal del próximo viernes ante los All Blacks se presenta como un cometido fuera del alcance de sus posibilidades. Y aún cuando logren sortearla, encadenar dos partidos épicos de manera consecutiva suena todavía más utópico. En ocasiones, los Pumas lograron vencer a las máximas potencias. Nunca en una instancia decisiva de un Mundial, mucho menos en dos partidos consecutivos.
Los jugadores festejan el triunfo ante GalesLaurent Cipriani – AP
Sin embargo, debajo de esa montaña de contrariedades asoma una luz de esperanza que si bien contiene una cuestión de fe, persisten algunos que están basados en hechos reales.
Hay una realidad que es incuestionable. Los Pumas se metieron en semifinales por mérito propio y nadie les puede reclamar nada. Pero no se puede menospreciar el hecho de que les tocó un grupo accesible que lograron sortear aún jugando muy por debajo de sus posibilidades y les tocó un duelo de cuartos de final donde sí lograron sacar lo mejor de su esencia, aunque ante un rival que, para una instancia así, era bienvenido y no tuvo un buen partido.
En cambio, los cuatro equipos clasificados en la parte alta de la llave, los que surgieron de los Grupos A y B, alcanzaron niveles de juego muy superiores a lo que se observó en las zonas C y D, la de los Pumas. Aun si Irlanda y Francia hubieran avanzado, también habrían sido amplios favoritos para estar en el partido decisivo.
El vuelo de Nicolás Sánchez para anotar su try ante GalesPascal GUYOT / AFP – AFP
El grado de emotividad que tuvieron partidos como Pumas-Japón, Gales-Fiji o Inglaterra-Samoa y los cuartos en Marsella contribuyeron a darle vida al Mundial, pero no alcanzaron el nivel de intensidad, velocidad y precisión que tuvieron Francia-Nueva Zelanda, Irlanda-Sudáfrica, Irlanda-Escocia o los dos cuartos de final de este fin de semana en París. No por nada los primeros cinco del ranking mundial estaban amontonados en la misma llave.
Los All Blacks, el primero de los dos Aconcaguas que deberán escalar los Pumas, son el mejor seleccionado de todos los tiempos. Comenzó su derrotero en Francia 2023 perdiendo ante el local en el partido inaugural, pero rápidamente recuperó la compostura y desplegó todo su poderío, primero aplastando a un equipo serio como Italia y luego dejando en el camino al que equipo que se había posicionado como el máximo favorito: Irlanda. Después de un par de años irregulares, los tricampeones vuelven a estar entre los cuatro mejores por novena ocasión en 10 mundiales y en forma plena.
Los Pumas, no obstante, tienen un fino hilo del que mantener aferrada su ilusión. En los últimos cuatro años los vencieron dos veces. Después de un historial de 33 Test Matches en 44 años de enfrentamientos, en 2020 cortaron la infausta marca con el triunfo en Parramatta, Sídney. Y repitieron en 2022, ya bajo la conducción de Michael Cheika, con el primer éxito en tierra maorí, en Christchurch. La lógica indica que en un Mundial los All Blacks no van a cometer las distracciones que se permitieron en esos dos partidos, pero también es cierto que, cuando antes estaban en dificultades encontraban la forma de sacar adelante el partido con autoridad, si las cosas se complican ahora pesará sobre ellos el fantasma de esas dos derrotas. Los Pumas saben que pueden.
Escena del partido que disputaron Los Pumas frente a los All Blacks, en uno de los dos triunfos importantesMarcelo Aguilar – LA NACIÓN
Y en todo caso, en el terreno de las especulaciones era mejor medirse con Nueva Zelanda que con Irlanda ya que si ganaba el Trébol, iba a llegar a su primera semifinal en la historia con la confianza por las nubes. Los All Blacks están más acostumbrados a estas lides y después de bajar al número 1 del ranking y tener como “premio” que les toque la Argentina en semifinales bien podrían relajarse aunque más no sea un poco.
Ganarles a dos potencias seguidas ya parece milagroso, pero lo cierto es que si pasan a los All Blacks significará que pueden vencer a cualquiera.
Una dato estadístico que juega en contra es que en las anteriores dos semifinales que estuvieron los Pumas cayeron ante Sudáfrica (2007) y Australia (2015). Es decir, ante dos grandes del sur. Les faltaba enfrentar a los All Blacks. Otra es que en los tres enfrentamientos mundialistas ante los hombres de negro, no sólo ganaron ellos sino que avanzaron hasta coronarse campeones. Visto desde otro ángulo, cada vez que los All Blacks fueron campeones se enfrentaron en alguna instancia a los Pumas (1987, 2011 y 2015).
Adam Beard, de Gales, trata de contener a Facundo Isa durante el partido entre los Pumas y GalesAgencia AFP – AFP
Así y todo, la mayor esperanza que tienen los Pumas para ser campeones no descansa en estadísticas o especulaciones. La razón más fuerte que tienen los Pumas para llegar a lo más alto es su corazón. La entrega que los caracteriza y les permitió a lo largo de la historia imponerse a adversarios superiores. Esa locura bien entendida, esa vocación de dejar todo en la cancha, de jugar por el compañero e, incluso, por todo el país que representan. A veces, ese espíritu aparece y hace realidad lo que parece imposible. Se empezó a vislumbrar ante Japón, apareció en todo su esplendor ante Gales.
Lo que dejó ese encuentro en Marsella también es la certeza de que, incluso habiendo dado pasos agigantados luego de la caída ante Inglaterra, aún queda mucho por mejorar. No cuestiones estructurales, sino detalles que en varias ocasiones los Pumas supieron ejecutar con precisión. Especialmente el manejo de la pelota y el aprovechamiento de las oportunidades. El techo todavía está alto.
Entonces, ¿pueden los Pumas ganar el Mundial? La razón indica que no. Pero al rugby también se juega con el corazón. A los Pumas les sobra.
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