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Tenía 32 añosCrimen narco en Salvador Mazza: «Traía droga dos veces por mes», confesó la esposa

El 8 de septiembre vecinos del B° 28 de Marzo en Salvador Mazza se vieron conmocionados por el hallazgo del cuerpo sin vida de un joven que si bien era oriundo de la ciudad, hacía más de un año residía en Tartagal.

Bejarano fue encontrado sin vida, desnudo, boca abajo, en el asiento trasero de su auto Toyota Corolla el pasado 8 de septiembre alrededor de las 15. Presentaba diversas heridas de arma blanca, y según la conclusión a la que arribó el grupo de investigadores fue asesinado en Bolivia, luego de lo cual los ejecutores trasladaron el auto con su cuerpo para descartarlo a unas 7 cuadras de la quebrada internacional, en el asentamiento 28 de Marzo, sobre la calle Fragata Libertad.

Una de las tantas declaraciones tomada a algunos de los testigos por la Fiscalía de Graves Atentados daba cuenta de que a Bejaron «Le reclamaba 50 kilos de cocaína; una vez lo encontró en una estación de servicios de Metán y ahí le propuso que le diera algunos autos como forma de pago, pero él no quiso» Al parecer el joven y su  familia se habían mudado a Tartagal por amenazas.

Su pareja, una testigo clave y la confirmación que pasaba drogas

Una de las testigos convocada en la investigación, a la que en forma exclusiva pudo acceder El Tribuno, relató con lujo de detalles las últimas horas del muchacho de 32 años, antes de que se perdiera todo contacto con él.

La mujer, cuya identidad se mantiene en reserva por tratarse de un hecho de riesgo de vida para todos los testigos, refirió que el día 7 de septiembre José Luis Bejarano salió en horas de la mañana de su casa en Tartagal, ubicada sobre calle 12 de Octubre, en cercanías del gasoducto, llevando consigo la suma de 15.000 dólares. Bejarano no estaba solo, sino con un hombre residente en el barrio 350 Viviendas de Tartagal. Salieron con destino a la localidad boliviana de Yacuiba. La testigo reveló que «los viajes de ambos eran frecuentes desde el año pasado». Siempre iban juntos porque se dedicaban a la venta de autos usados y desde Bolivia traían «mercancías».

Cuando los investigadores insistieron en preguntar qué tipo de «mercancías» traía la víctima desde el vecino país, la testigo expresó de manera contundente: «Droga, desde el año pasado iban los dos, dos veces por mes y a veces cada dos semanas, y compraban droga por un valor de 6 o 7 mil dólares, pero en esta oportunidad Bejarano llevó más dinero porque pensaba traer mayor cantidad», reveló.

Pero la testigo fue un poco más allá y al ser consultada de quién sospechaba que podía haber sido la persona que mandó a matar a Bejarano, tampoco dudó en señalarlo por su apodo y por su apellido.

«Lo tenía amenazado desde hacía mucho tiempo. Cuando en una oportunidad viajaba a Córdoba lo encontró en una estación de servicios de Metán y esta persona le exigió la entrega de varios vehículos para que Bejarano le pague una deuda, pero él se negó», expresó la testigo. La mujer reveló que los viajes a Córdoba tenían el mismo objetivo: llevar cargamentos de droga.

Otro testigo clave

Otro de los testigos clave en la investigación es un ex-convicto por narcotráfico, quien dijo que años atrás, cuándo él mismo cumplía una condena en la cárcel de la ciudad de General Güemes, el mismo Bejarano «me llamó para contarme que estaba amenazado de muerte, tanto él como varios integrantes de su familia, y por eso se tuvo que irse a vivir a Tartagal. Conmigo fue sincero, me dijo que le había ‘mejicaneado’ 50 kilos a un tipo bien peligroso que opera en la frontera del lado argentino», manifestó en su declaración, y aportó el nombre y apellido del supuesto «mejicaneado».

Las declaraciones de este testigo, vinculado al submundo del narcotráfico, fue lo que llevó a la detención de los tres hombres sindicados como los posibles sicarios, que a pedido del poderoso jefe de la organización terminaron con la vida del pociteño.

Los dos detenidos de Salvador Mazza trabajan ambos en un taller mecánico y de electricidad del automotor, una pieza clave en el traslado de cargamentos de droga, ya que para sacarlos de la frontera y llevarlos a cualquier lugar del país por vía automovilística se requiere de un trabajo artesanal para ocultar la droga. El otro detenido es quien lo acompañaba a la frontera a comprar drogas, siempre según el relato de los testigos del caso, que causó temor y estupor por la forma en que el muchacho fue asesinado.

Otro de los testigos aportó otro dato: «El día que iban a comprar droga del lado boliviano, cuando quisieron ingresar por un paso ilegal alcanzaron a ver a varios gendarmes que no solían pararse en ese lugar, se separaron, uno siguió por ese mismo paso y el otro se fue por otro lugar.

Las investigaciones prosiguen, porque el tema es interminable en la frontera caliente del norte argentino.

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