Por primera vez en su historia, la NASA logró este domingo traer a la Tierra una muestra de un asteroide, que los científicos esperan proporcione información única sobre el origen de la vida y sobre la formación del sistema solar hace unos 4.500 millones de años.
En medio de una gran expectativa, la cápsula de la NASA que contiene las muestras del asteroide Bennu aterrizó a las 08.52 hora local (11.52 de la Argentina) en el desierto de Utah (Estados Unidos), viajando a una velocidad de 44.500 kilómetros por hora y enfrentando altas temperaturas, poniendo fin a un viaje de siete años.
Esta es la primera vez que la NASA, la agencia espacial de EE.UU., consigue traer a la Tierra las muestras de un asteroide. La Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA) logró recuperar restos de asteroides en 2020, pero se trató de una cantidad mínima, no mayor que una cucharadita de polvo y rocas.
«Los datos de radar del campo de entrenamiento y pruebas de Utah confirmaron que la cápsula entró en la atmósfera de la Tierra según lo previsto frente a la costa de California», informó esta mañana la NASA
El momento más emocionante se produjo cuando se desplegó el paracaídas, de aproximadamente 81 por 50 centímetros, un paso crucial para reducir la velocidad de la cápsula y evitar que los restos del asteroide Bennu se estrellaran en el desierto.
El paracaídas más pequeño se abrió después de la entrada atmosférica para ayudar con la estabilidad y luego se separó de la cápsula. Luego se desplegó el segundo, con lo que se redujo la velocidad de la cápsula a casi 18 kilómetros por hora, cuando tocó el suelo.
«¡Bienvenida a casa!», exclamó en ese momento Noelia González, del equipo de comunicaciones de la NASA y encargada de la retransmisión en español del evento. «Se palpa en el ambiente la expectativa, la emoción, los nervios», contaba González, mientras de fondo se podían escuchar los gritos de alegría del equipo ante el éxito de la misión.
Habiendo recibido las coordenadas precisas de la cápsula de los rastreadores de radar cuando aterrizó, el equipo de recuperación de la NASA llegó a su lugar de aterrizaje 20 minutos después. Allí, un especialista en municiones de la Fuerza Aérea de Estados Unidos fue la primera persona en desembarcar del helicóptero, según especificó la NASA. Su tarea era la de identificar y limpiar el área alrededor de la cápsula de posibles municiones.
Cuatro horas antes de su aterrizaje, la nave nodriza Osiris-Rex liberó la cápsula en el espacio, a una distancia de exacta de 102.000 kilómetros de nuestro planeta, y puso rumbo a otro asteroide llamado Apofis y que estudiará durante los próximos años.
Ahora, los científicos de la NASA se llevarán la cápsula a una sala hermética, libre de cualquier otra molécula, en una base militar cercana, asegurando así que la muestra permanezca libre de contaminación. El valor de la muestra radica en que justamente no está contaminada por otras sustancias, lo que podría proporcionar información previamente desconocida. A menudo, los meteoritos contienen información útil para los científicos pero, al llegar a la Tierra, esta ya se ve alterada.
Con el fin de estudiar esta valiosa muestra en condiciones ideales, la cápsula será transportada el lunes en un avión hacia el Centro Espacial Johnson de la NASA en Texas, donde será resguardada en una sala exclusivamente destinada para su preservación.
Sin embargo, no todos los polvos y rocas de Bennu se usarán para la investigación de manera inmediata. Aproximadamente el 70 % de los restos se preservarán, brindando a las futuras generaciones de científicos la oportunidad de responder a las grandes incógnitos del origen del universo con tecnología que hoy ni siquiera podemos imaginar.
La misión de la NASA espera haber recolectado 250 gramos de restos del asteroide Bennu, aunque los científicos no lo sabrán con certeza hasta que abran la cápsula dentro de dos días. Una «cápsula del tiempo».
Según dijo a la agencia EFE el argentino Lucas Paganini, científico planetario de la NASA, Bennu contiene moléculas que se remontan a la formación del sistema solar hace 4.500 millones de años y que podría arrojar luz sobre preguntas que han intrigado a la humanidad durante siglos, como el origen de la vida y del propio sistema solar.
«Los asteroides son muy importantes porque son los desechos de cuando se formaron los planetas 4.500 millones de años atrás. Son como cápsulas del tiempo, equivalentes a fósiles de dinosaurios que nos permiten saber qué estaba ocurriendo hace millones de años. En este caso, con nuestra misión, estamos viajando miles de millones de años atrás en el tiempo», explicó Paganini.
Los científicos creen que esas moléculas podrían haber llegado a nuestro planeta a bordo de meteoritos y, por tanto, analizar la composición de Bennu les servirá para comprobar esa hipótesis y esclarecer qué papel podrían haber jugado los cuerpos celestes en el origen de la vida.
Precisamente, los científicos eligieron Bennu porque es relativamente rico en moléculas orgánicas y, además, tiene una órbita conocida, lo que facilitó que la nave nodriza Osiris-Rex pudiera acercarse para tomar muestras.
Descubierto en 1999, se cree que Bennu se formó a partir de fragmentos de un asteroide mucho más grande tras una colisión. Mide medio kilómetro de ancho, aproximadamente la altura del Empire State Building, y su superficie negra y rugosa está llena de rocas grandes.
Además, existe la hipótesis de que Bennu colisione con la Tierra en 159 años y, aunque esta posibilidad es de solo un 0,057 %, esta misión de la NASA también serviría para ver cómo cambiar la trayectoria del asteroide si fuera necesario, dijo Paganini.
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