La droga está valuada en más de $25 millones y la llevaban dos ciudadanos argentinos. Un hombre tenía escondido un ladrillo en su mochila y una mujer tenía otros dos entre sus pertenencias.
Agentes especializados de la Dirección General de Aduanas realizaban inspecciones de rutina cuando un micro interurbano llegó al control aduanero de Aguaray. Al realizar las preguntas habituales, al personal del organismo les llamó mucho la atención el comportamiento de un hombre que iba rumbo a Tartagal.
El ciudadano argentino mostraba signos de nerviosismo, no hablaba claro, se contradecía y mostró cierta resistencia cuando los guardas aduaneros quisieron revisar su mochila. Finalmente, cuando revisaron la mochila, se produjo el hallazgo.
En un primer momento parecía que no tenía nada, pero rápidamente descubrieron que el equipaje estaba acondicionado con un doble fondo: allí se encontraba un paquete rectangular que contenía cocaína.
Ante el descubrimiento, las sospechas de los agentes de la Aduana aumentaron, con la presunción de que podría haber más droga en el vehículo. Por ello, decidieron controlar a todos los pasajeros del colectivo y corroboraron que su instinto no estaba equivocado.
El operativo, que contó con la colaboración de Gendarmería Nacional, encontró más novedades: una pasajera de nacionalidad argentina llevaba otros dos ladrillos similares entre sus pertenencias. Así el total ascendía a 3,100 kg de cocaína, valuada en $25.217.341.
Debido a la proximidad de Aguaray con Bolivia, se cree que la carga podría haber ingresado por un paso no habilitado desde el país vecino. Tras la intervención de la Unidad Fiscal Federal de Tartagal, la droga fue secuestrada y los dos involucrados, detenidos e incomunicados.
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