Con una inquebrantable fe partió de su casa en Sausalito y camina en absoluta soledad hasta la Catedral de Salta.
Gustavo Espinoza tiene 64 años. La enorme distancia y la complejidad del camino desde su casa en Sausalito, La Poma, hasta la Catedral Basílica, no es un obstáculo para su fe y sus nobles y conmovedores propósitos de la peregrinación: «Camino por los mendigos, los indigentes, los enfermos de toda clase, por los más necesitados y por toda la humanidad», dice el cartel que lleva colgado en su cuello mientras recorre a paso lento el árido camino puneño.
Desde Sausalito partió con el propósito de llegar a los pies de las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro en la Catedral Basílica de Salta.
Otra peregrinación con sorprendente muestra de fe, como tantas otras escondidas en el sacrificio, el cansancio, en los pies lastimados, caras quemadas de frio o calor que mutan en lágrimas de emoción al cumplir el propósito de ofrendar su promesa, agradecimiento o tantas otras cosas que solo esconden los corazones de cada peregrino del Milagro.
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