En el debut de Cavani, el Xeneize no lo liquidó a tiempo y el empate 2-2 lo obligó a depender de las atajadas de Sergio Romero. Es el equipo que más tandas de penales ganó en la historia de la Copa y espera por Atl. Nacional o Racing.
Boca y los penales, una alianza que pocas veces se quiebra. Sin embargo, se respiraba tensión en la Bombonera. A fin de cuentas, la edición pasada, justo en ese mismo arco contra Corinthians y también desde los once metros, se terminó el sueño continental. Pero ahí está Sergio Romero, el que se convirtió en héroe en el Mundial 2014 ante Países Bajos.
Y tapa el primero ante Juan Ramírez, que un rato antes había marcado el empate final 2-2. Y se queda con el tercero, de Daniel Bocanegra. Entonces, fluye otro de los destacados, Valentín Barco, 19 años recién cumplidos y después de un gran partido, toma la bola caliente. El ‘Colo’ tuvo la frialdad de un veterano para definir la serie y que los hinchas desaten la locura en estas tribunas por el pase a los cuartos de final a la espera de Racing o Atlético Nacional de Colombia.
Lo debió liquidar antes Boca. Cuando había golpeado en el arranque del segundo tiempo y lo tenía contra las cuerdas a Nacional, falló debajo del arco de Salvador Ichazo. Los penales fueron un premio para el esfuerzo de un duro conjunto uruguayo. Las manos de Romero hicieron felices a los hinchas, que se acordaron de la temprana eliminación de River.
Había un clima de gran expectativa en la previa. Y empujado por su gente, Boca consiguió el gol que tanto buscó en la llave de octavos y que se le negaba desde 2020. Barco ya había mostrado que podía ser el jugador más desequilibrante en una pared con Cavani que el uruguayo definió mal. Y el cambio de frente que metió de izquierda a derecha para Luis Advíncula lo confirmó. Después, llegó el centro del peruano y Miguel Merentiel arremetió de cabeza.
Nacional lo empató rápido. Y mucho tuvo que ver Frank Fabra. El colombiano se proyectó por la izquierda, pero eligió mal. Barco levantaba sus brazos solo para recibir el centro atrás, pero lo vio primero a Cristian Medina. La jugada se ensució y nació la contra que terminó en el grito uruguayo. Condujo Diego Zabala, abrió para Gabriel Báez y el centro perfecto encontró la cabeza de Alfonso Trezza, quien anticipó a todos. Fue un gol calcado.
Boca se mostró impreciso. Cavani, su clase para jugar a un toque, como en Europa. Sin embargo, pocos entraron en su sintonía. Con la excepción de Barco, tirado hacia adentro, liberando el carril para Fabra, que en el primer tiempo terminó mal casi todas las acciones que protagonizó.
En ese 4-4-2 por el que optó Almirón faltó mayor explosión. Manejaron la pelota Pol Fernández y Alan Varela, especialmente, jugaron bastante con los centrales para intentar ser prolijos en la salida y articular pases en la elaboración. Pero el traslado lento, sin sorpresa, hizo muy sencillo el trabajo de Nacional.
Los uruguayos no necesitaron tener la pelota. Cubrieron los espacios, presionaron y cuando recuperaron, no dudaron en jugar directo. Prueba de este concepto fue el gol. Y si hubieran estado más finos en los contragolpes, podrían haber viajado al entretiempo en ventaja. Zabala, de gran despliegue, perdió un mano a mano porque llegó exigido. Después, el ex volante de Unión, Rosario Central y Vélez ejecutó un tiro libre que punteó Bruno Damiani y se encontró con las manos de Sergio Romero. Por el sector de Advíncula y Nicolás Figal, Nacional tuvo ganancia.
Almirón advirtió esa fragilidad defensiva. Además, el zaguero ya estaba amonestado. Por eso ingresó Bruno Valdez. Y en el segundo tiempo, pegó rápido Boca. Otra vez Barco fue clave para encarar, habilitar a Fabra y el centro atrás del colombiano llegó hasta Advíncula, que definió de zurda.
Lo ganaba Boca gracias a su mayor dinámica. Nacional no hallaba los caminos hacia Romero. Nuevamente, Almirón metió mano en el banco y buscó mayor solidez atrás con el ingreso de Marcelo Weigandt. Pero sacó a Merentiel. Con Advíncula lanzado, intentó que su equipo fuera más profundo. Después, cambió figuritas porque Marcos Rojo y Cavani no estaban para noventa minutos. Entraron Nicolás Valentini y Darío Benedetto.
Pipa, fuera del área, ingresó activo. Y en la primera metió un centro que Báez rechazó corto y no fue gol de Medina porque su remate estalló en el travesaño. Más tarde, sacudió Barco y tapó Ichazo.
Alvaro Gutiérrez ya había mandado a la cancha a dos centrodelanteros, Emanuel Gigliotti y Juan Ramírez. Bastó que Zabala abriera para Leandro Lozano, el lateral desbordó, Romero no llegó a cortar el centro y Ramírez, en la primera pelota que tocó, la mandó adentro.
Exequiel Zeballos entró un ratito. Ichazo salvó ante Weigandt. Y llegaron los penales. Y se redimió Chiquito, un especialista, la noche que Boca impulsó su sueño en la Libertadores.
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