La empresa, de capitales canadienses, había inaugurado su enorme planta en 2020. Tenía 400 trabajadores al comienzo y prometió llegar a mil.
Con la inauguración de la planta de procesamiento de cáñamo medicinal más grande de América Latina, en setiembre de 2020, el gobierno Luis Lacalle Pou destacaba que Uruguay debía apostar a ese tipo de emprendimientos. La inversión, de capitales canadienses, unía la capacidad agrícola y la producción primaria con las “fortalezas” de Uruguay y la “capacidad de generar empleo de alta calidad”. “A nuestro gobierno le interesa mucho profundizar en este tipo de desarrollo”, decía en la presentación de la inversión el ministro de Industria, Omar Paganini.
La planta era de casi 5.000 metros cuadrados edificados y y tenía una capacidad de producción de hasta 20 toneladas por semana, gracias a los cultivos en 50 hectáreas. Estaba ubicada en la localidad Colonia Garibaldi, en el departamento de Salto, a más de 500 kilómetros de Montevideo.
A casi tres años de la presentación, la propuesta no salió como el gobierno uruguayo esperaba: la planta procesadora de cannabis medicinal Boreal cerró, de forma imprevista, su inversión en Uruguay y despidió a los trabajadores por WhatsApp.
El presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, en la inauguración de la planta procesadora de cáñamo en 2020.
Desde 2020 a 2023, la actividad disminuyó zafra a zafra, contrario a las proyecciones que tenían en la empresa, según informó el diario El País. Al comienzo, había 400 personas en planilla y las estimaciones indicaban que, cuando la planta llegara al máximo de producción, emplearía a 1.000 personas. Pero este año solo trabajaban 40.
Los trabajadores que quedaban comenzaron a ser despedidos hasta que, finalmente, fueron notificados del cierre definitivo. Y a los ahora exempleados se les sumó un problema más: no identifican quién es el representante de la empresa para reclamar. El sindicato de los empleados, la Unión de Trabajadores Rurales y Agroindustriales del Uruguay, denuncia que la mayoría de los despidos fueron comunicados vía WhatsApp y que después no hubo ninguna comunicación más.
El presidente de sindicato, Juan Carlos Albano, dijo a El País que entre los trabajadores circulan tres versiones que explican el cierre: que la empresa tuvo que cortar las exportaciones, que se equivocó en la variedad a sembrar y no las pudo comercializar y que el director de la empresa en Uruguay le envió a los inversores, durante la pandemia, informes fraudulentos.
“Cuando ingresaron al país, constataron que había desaparecido una importante suma de dinero –con el que supuestamente se había comprado el equipamiento–, por lo que tomaron acciones contra él”, dijo Albano.
Las valijas con plata
En su página web, Boreal se define como una “empresa dedicada al cultivo y secado de cannabis medicinal”, que se enfoca en que los productos sean “puramente orgánicos” libres de pesticidas o fertilizantes.
Boreal Uruguay era un “proyecto multinacional” entre Canadá y Uruguay, que tenía como objetivo ser “un referente mundial en el terreno del cannabis medicinal”.
La planta de cannabis medicinal Boreal iba a generar 1.000 puestos de trabajo, pero fue cerrada de imprevisto.
Sin embargo, a fines de junio, el diario El Pueblo de Salto informó que la planta de cannabis medicinal ya no funcionaba y que los empleados reclamaban varios haberes impagos. La inversión, que había generado una “gran expectativa” para la zona, era una fuente de “angustia, desconcierto y gran desilusión”, según ese medio local.
Nicolás Ghigliazza, uno de los técnicos de la empresa, comenzó a trabajar en Boreal a fines de 2019. La primera etapa en la empresa fue “color de rosa” y se veía como una “gran inversión”.
Sin embargo, este empleado contó que había algunas carencias en el área administrativa que los hacían dudar. “Por ejemplo, había pagos que se hacían como en ciencia ficción, que eran con valijas grandes llenas de plata, adelante de la gente. Eran cosas increíbles”, contó en la entrevista.
El técnico dijo que en la cosecha del primer año trabajaron unas 300 personas mientras que en el segundo fueron poco más de 100. En el tercero, ya se notó la caída de la empresa. “Fue un desastre. (Había) mucha menos gente. Se había tomado una camada de personas para plantación y cosecha, y en la mitad de la plantación descartaron todo. Echaron a todos”, recordó.
Agregue un Comentario