Martín Payero y Dario Benedetto hicieron los goles en el arranque del segundo tiempo. El equipo de Almirón dominó en los noventa minutos ante un rival que fue demasiado cauteloso.
Soltar el Superclásico y volver a empezar. Armar una fiesta en las tribunas, retomar el camino de la evolución que se había interrumpido en el Monumental y ganar. Boca dejó atrás la derrota con River y como si nada hubiera pasado, encaró el partido con Belgrano enfocado en sus dos torneos prioritarios: la Liga y la Libertadores, especialmente. El triunfo, entonces, tiene mucho de reparador. Y también deja buenas señales. No brillaron las ausencias, el recambio respondió y Darío Benedetto se reencontró con el gol después de la lesión. Fue una noche redonda. Pegó dos gritos en cinco minutos, cuando arrancaba el segundo tiempo, y hasta quedó cortó el resultado.
Enfrente tuvo un pobre rival. Los cordobeses fueron excesivamente cautelosos. Jugaron tan cerca de Nahuel Losada que ni siquiera pudieron contragolpear. Y le terminaron abriendo la puerta de la victoria a Boca con dos errores no forzados: primero, una salida en falso de Erick Godoy; después, con una floja respuesta del arquero. El segundo tuvo una gran intervención de Marcelo Weigandt y Luis Advíncula; también, la colaboración de Fernando Espinoza y el VAR. Porque Martín Payero intentó empujarla antes que Benedetto. Era offside, claro. El concepto no cambia. Belgrano nunca estuvo cerca del empate. Ni siquiera remató al arco de Chiquito Romero.
Jorge Almirón necesitaba que la reconfiguración del equipo no generara una merma en el rendimiento. Las cinco bajas en Núñez (Nicolás Valentini, Miguel Merentiel, Equi y Pol Fernández más Alan Varela) lo dejaban frente a un desafío. Y así como eligió ubicar a Advíncula en la posición de extremo, un puesto que el peruano experimentó en Sporting Cristal, improvisó con Cristian Medina en la función de volante central. Y el pibe se hizo dueño del mediocampo. En ese 4-3-3, además, rescató a Oscar Romero, últimamente relegado. Y los regresos de Benedetto, Payero y Fabra le dieron un plus.
Sin embargo, en el primer tiempo dependió demasiado de un jugador que siempre fue clave. Especialmente, en los ciclos de Sebastián Battaglia y Hugo Ibarra. De Sebastián Villa se trata. Cuando no fluye el funcionamiento, el colombiano desequilibra. Y el plan de Boca, que acumuló muchos pases pero no tuvo tanta dinámica en la etapa inicial, tuvo mucho que ver con el desborde del atacante nacido en Bello, municipio de Antioquia.
Por la izquierda, Villa fue influyente. También, Benedetto cada vez que salió del área para conectar. Una de las jugadas más claras del primer tiempo se produjo con el encuentro entre el colombiano y el centrodelantero. Llegó el centro, cabeceó el Pipa y la pelota se perdió por encima del travesaño. La otra que pudo ser gol se diluyó en los pies de Martín Payero. También fue una asistencia de Villa. El volante llegó bien pisado al área y definió alto con el arco a su merced.
Belgrano llegó a la Bombonera a bordo del 4-4-2 en el que intentó recuperar y salir largo para Pablo Vegetti o Franco Jara, que se tiró a las bandas, fundamentalmente a la derecha. Un cabezazo del capitán del equipo cordobés fue la posibilidad más peligrosa. Después, se dedicó a defender. Le entregó la iniciativa a Boca, que llegó a redondear una posesión del 75% en esos cuarenta y cinco minutos de apertura.
No obstante, la faltó mayor profundidad, muy a pesar de que varias veces Villa le ganó el mano a mano a Juan Barinaga y que alguna vez se proyectó Fabra. Por el otro lado, en menor cantidad, llegó Advíncula o probó de media distancia Marcelo Weigandt. Al arco, sólo hubo tiro débil de Romero que controló Nahuel Losada.
No tuvo volumen de juego Boca, pero dominó a Belgrano. Pero en el segundo tiempo, tuvo un arranque furioso con los goles de Payero y Benedetto. Y a partir de ese instante, creció en el juego. El ingreso de Esteban Rolón le dio mayor equilibrio al mediocampo. Medina jugó un rato en su posición natural de interno y al rato ingresó Norberto Briasco. Se cerró Advíncula, muy participativo por afuera y por adentro. Tuvo dos claras el peruano. En la primera, le faltó mayor puntería. En la segunda, Losada bloqueó bien.
Belgrano apenas se desató con alguna maniobra individual de Ulises Sánchez. Produjo dos tiros libres cerca del área y los remató por encima del travesaño. Nada funcionó en la estrategia de Guillermo Farré.
Almirón, en cambio, aprovechó para darle minutos al Pulpo González, devolver a Agustín Sandez a la cancha después del penal de la semana pasada y apostar por el gol que se hace desear de Luis Vázquez. Y si Villa hubiera estado más fino en la definición, la goleada no hubiera sido fuera de contexto.
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