Tras el crimen ocurrido el fin de semana durante una balacera entre bandas de narcotraficantes, vecinos atacan a un sospechoso del ataque.
Vecinos y familiares de Máximo Jeréz, el niño de 11 años asesinado en medio de un tiroteo entre bandas narco, atacaron la casa de un hombre a quien acusan de vender drogas en el barrio Los Pumitas, en Empalme Graneros, Rosario, y ser el responsable del crimen del pequeño. La Policía asistió al lugar minutos después de que el sospechoso, apodado el Salteño, fuera apedreado y lastimado cuando salió a la terraza a amenazar a los manifestantes.
Fuentes policiales, citadas por la agencia de noticias Télam, informaron que el sindicado narco, quien habría sido el autor de los disparos que terminaron con la vida de la víctima, fue detenido por personal de la Policía de Santa Fe. Lo mismo sucedió con dos de los hijos del sospechoso.
“Reaccionamos así por mi sobrino. Amenazaron a mi hermana, que está en el hospital. El señor fue a amenazar a Margarita [madre de Máximo]. Yo estoy jugada. Cuando todo termine, a nosotros nos van a cagar a tiros, ya lo sabemos”, dijo la tía de Máximo al canal de noticias TN.
Luis Jérez, el padre de Máximo se encontraba también entre los vecinos y al ser consultado sobre si el hombre que vive en ese domicilio atacado es narcotraficante y el culpable de la muerte de su hijo, afirmó: “Sí, es él”.
Minutos después, se lo vio golpeando con una masa de cemento la casa, una edificación precaria, ante los intentos de dos agentes para que desista de su propósito.
Más tarde, otro grupo de personas intentó incendiar la vivienda. En tanto, el sospechoso, que en un principio amenazaba a los vecinos desde la terraza, se dio a la fuga por los fondos de su casa. Fue entonces que fuerzas policiales llegaron al lugar y tras intentar disuadir a las personas para que cesen los ataques, comenzaron a lanzar balas de goma y bombas de estruendo.
Finalmente, el Salteño fue apresado. Fue trasladado en un móvil de la Policía de Santa Fe protegido para evitar que fuera alcanzado por las piedras lanzadas por la gente que protestaba. La casa del sospechoso quedó destruida y parte de la vivienda, en llamas.
Luego de que el Salteño fuera retirado del barrio, la tensión bajó y los vecinos, aún enojados, comenzaron a gritar “Justicia, justicia”.
“El barrio se cansó de los narcos”
En diálogo con TN, uno de los vecinos dijo que la pueblada fue consecuencia de que ya no quieren más muertes.
Tenemos miedo a salir. No queremos eso para nuestros hijos. El barrio se cansó. Vivimos hace mucho acá, y ya no queremos esto. No se puede vivir así”, alertó aún enojado.
“Esto es todos los días. Estos delincuentes están todos los días”, afirmó otra vecina también enojada con la acción de la policía ya que muchos terminaron heridos por las balas de goma.
“Siempre matan a los inocentes. El barrio se cansó de esta gente [por las narcos”, dijo una mujer.
Un hombre que hace 30 años vive en la zona, sostuvo: “¿Cuántas muertes vamos a ver? Tengo miedo de salir”
El crimen de Máximo
Máximo, el chico asesinado ayer a la madrugada, estudiaba en la escuela 1344 y hoy fue velado en el club Los Pumitas, en Empalme Graneros. La víctima murió de un tiro en el tórax pero otros tres chicos, entre ellos una niña de dos años, se encuentran internados en grave estado.
“Habían terminado un cumpleaños y los chicos estaban comprando algo en un quiosco. Eran todos niños”, dijo el padre de la víctima.
Antonia Jérez, la tía de la víctima, agregó que “pasó un auto negro con vidrios polarizados y empezó a tirar contra los chicos. Jamás tuvimos una amenaza ni nos metemos con nadie. Somos gente honesta y no le pedimos nada al gobierno. Ahora quién me devuelve la vida de mi sobrino. Por eso toda la comunidad (Qom) está en crisis. Ningún político vino acá. Llevamos a los chicos heridos nosotros, porque no vino nadie, ni siquiera la ambulancia”.
Un grupo de sicarios, armados con pistolas y ametralladoras, apareció en un auto ayer a la madrugada en el barrio de la comunidad Qom, en Empalme Graneros. Había chicos jugando en la calle Cabal al 1300 bis cuando comenzaron a disparar sin parar.
Los chicos trataron de escapar, pero varios cayeron heridos, y un chico de 12 años, Máximo, falleció por una bala que le atravesó el pecho. En ese baño de sangre contra niños el resultado fue atroz: dos chicos de 13 y una niña de dos años terminaron internados en grave estado, con balazos en el cuerpo.
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