Por Roberto Ibarguren Zorreguieta*
El reciente destierro producido de 222 ciudadanos nicaragüenses, declarándoles presos políticos, apátridas, desposeídos de sus bienes per se, y fugitivos de la justicia, por parte del gobierno del Dictador Daniel Ortega, su mujer Rosario Murillo y la Canciller Antonia Urrejola, embarcándoles hacia los EEUU, en acto criminal incalificable para las Américas, fue condenado únicamente por el valiente Presidente comunista de Chile, Gabriel Boric, manifestando su repudio.
Los demás Presidentes Populistas de México, Brasil, y Argentina, o emitieron declaración difusas, o silencio absoluto, al igual que el resto de toda Latino América.
La OEA y la ONU, a través de sus Comisiones de Derechos Humanos, mutis por el foro, en lo que se proyecta como una ignorancia, desinterés, e irrespeto hacia los derechos humanos, civiles, democráticos, y republicanos, de dichos ciudadanos convertidos en parias.
Se torna interesante en ello, constatar el verdadero contenido de los principios populistas en si, vigentes en varios de nuestros países sudamericanos, así como el soporte liso y llano a una dictadura infame conducida actualmente por el exguerrillero que combatiera a un dictador otrora.
Asimismo, en el marco argentino, no únicamente su gobierno se abstuvo de condenar tal crimen civil masivo, pues la oposición política en su conjunto tampoco manifestó gesto alguno de condena ni de reprobación por tan grave hecho, como tampoco ninguna otra manifestación al respecto fue conocida en los medios provenientes de diversos sectores de la comunidad.
En estas lides, el subscripto se obliga a rememorar cómo le tocó ayudar en Salta en la década del 80, a otro desterrado esa vez por el régimen de Anastasio Somoza, a quien le expropiara lisa y llanamente importante hacienda de su propiedad situada en Matagalpa, en la que producía café, bananas, y carne bovina. La familia quedando a la deriva decidió escapar a Salta. Aquí se asentaron trabajando el padre de familia en el sector azucarero, bananero, y ganadero en la Región de Orán, con la que fue conectado con mucho éxito dada su valiosa experiencia y capacidad. El mismo, asesoró además en ese tiempo a los esfuerzos iniciados por Salta y Jujuy para la producción de café a mediasombra en las Yungas, con muy buenos resultados, a pesar de la falta de prosecución de dicho proyecto debido a ausencia de apoyo gubernamental adecuado.
Así, nada nuevo bajo el sol, y la democracia sudamericana prosiguiendo renga y demasiado imperfecta en el curso de la historia. Que triste y repetitiva historia…
*El autor es exProfesor e Investigador Asociado, Universidades Nacional de La Plata, y Católica de Salta, Graduado en las Universidades de Cuyo y de Córdoba.
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