Según fuentes oficiales, en su diálogo con Fernández, la vicepresidenta volvió a criticar en duros términos a los referentes del Movimiento Evita y Somos Barrios de Pie, a quienes acusó de “tercerizar” los planes sociales.
En otro indicio de que la charla entre ambos fue solo una tregua al borde del abismo, fuentes oficiales relataron a que la vicepresidenta Cristina Kirchner le pidió anoche al presidente Alberto Fernández que echara del Gobierno a los representantes de los movimientos sociales afines, como el Movimiento Evita y Somos Barrios de Pie, según publicó La Nación.
“Le pidió que los eche, le dijo que lo iban a terminar hundiendo”, comentaron altas fuentes con conocimiento de parte del diálogo, en el que -según esas mismas fuentes- hubo durísimas críticas a distintos funcionarios de esa y otras áreas que responden al Presidente. Actualmente, los dirigentes Emilio Pérsico (Movimiento Evita) y Daniel Menéndez (Somos Barrios de Pie) cumplen funciones en el Ministerio de Desarrollo Social, mientras Fernando “Chino” Navarro (también del Movimiento Evita) es el secretario de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete.
Más allá del acuerdo entre ambos para impulsar a Silvina Batakis como ministra de Economía en reemplazo de Martín Guzmán -la funcionaria asumirá su cargo hoy por la tarde-, Cristina Kirchner volvió a embestir contra los movimientos sociales, a quienes durante el acto del 20 de junio, en Avellaneda, acusó de manejar a su antojo planes sociales como el Potenciar Trabajo. Un par de días después, el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, ratificó que cerca de 200.000 planes pasaron o pasarán a manos de intendentes y gobernadores, e hizo suyas muchas de las denuncias por irregularidades contra los movimientos sociales en el manejo de esos planes.
La discusión subió de tono la semana pasada, con duras acusaciones entre el Movimiento Evita y La Cámpora. El ministro del Interior, Eduardo de Pedro, y el jefe de gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, se reunieron por separado con Navarro para intentar aquietar las aguas. En el medio, Juan Francisco Navarro -hijo del funcionario- publicó una durísima carta en la que afirmó, en referencia a la vicepresidenta: “No podemos enojarnos con esa tía que grita, emulando a una Vivi Canosa progresista”. Una carta que encendió aún más los ánimos, de un lado y el otro de la discusión.
Mientras cerca del Presidente evitaron hacer comentarios adicionales sobre la conversación, en el albertismo quedó la sensación de que la ofensiva de Cristina está lejos de amainar. En la Casa Rosada trabajan por un encuentro en persona entre Fernández y la vicepresidenta que todavía no tiene fecha ni horario. “No sé si (se van a reunir) en el día de hoy, van a seguir conversando”, afirmó hoy la portavoz Gabriela Cerruti a la FM Futurock, y aunque afirmó haber estado “en otra habitación” mientras se producía el diálogo, estimó que la conversación entre Presidente y vice había sido “en buenos términos”.
El llamado que destrabó una salida
El diálogo entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner destrabó una salida in extremis al capítulo de la crisis que abrió la renuncia sorpresiva de Guzmán. El Presidente se negaba a consultar a su vice, que lleva semanas destratándolo en público, pero todos sus intentos de encontrar un reemplazante fracasaban.
Sergio Massa, que era la primera opción para hacerse cargo de la gestión económica, exigía un acuerdo de cúpula en el Frente de Todos. Él pasó medio día en la residencia de Olivos y habló con Cristina. Ella le dijo que su teléfono estaba abierto, pero que quien debía llamar era el Presidente. Algunos colaboradores íntimos de Fernández, como el canciller Santiago Cafiero, coincidían en que debía abrirse una negociación al máximo nivel.
Recién a las 20, el Presidente escuchó los ruegos de su círculo íntimo. Influyó en su ánimo la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, quien le pidió que llamara a la vicepresidenta. Antes, según relató el ministro Daniel Scioli, mandó llamar a Batakis, para ofrecer en la discusión con Cristina un nombre que pudiera pasar el filtro kirchnerista.
Batakis obtuvo el aval de la vicepresidenta, pero la conversación fue tensa y emergieron otras discusiones de fondo sobre el rumbo del Gobierno y sobre sus integrantes. La situación de los referentes de los movimientos sociales es ahora un nuevo desafío para la frágil unidad del Frente de Todos.
Por Jaime Rosemberg para La Nación
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