Converso serialFue radical, urtubeicista, kirchnerista y saencista: ahora Matías Posadas quiere meterse en el PRO

En lo que en política se llamaría un gran “panquecazo”, de nuevo el indescifrable ex de todo, Matías Posadas, dio un nuevo y brusco giro ideológico-partidario en lo ya parece ser su estilo político.

                                                                  “Estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros”.

                                                                                                                                                    Groucho Marx

 Ahora, el apóstata político serial, ya sin sorpresa para los salteños por la recurrencia de enormes barquinazos, derrapes e incoherencias, se metió en el PRO y se declaró “Larretista”.

Sus inicios políticos estuvieron en la Unión Cívica Radical por herencia familiar, hasta que decidió concretar la primera de una larga carrera de traiciones e inconsecuencias quebrando al radicalismo de Salta para irse con Urtubey cuando este decidió aplicar la transversalidad kirchnerista en Salta en el intento del exgobernador por destruir a los partidos políticos y anarquizar en su beneficio a la política salteña, en una clara muestra del “Síndrome de Procusto” que parece cargar el 12 años mandatario de la provincia, a quien  Teseo, convertido en votos de los salteños y del resto de los argentinos, cortó cabeza y piernas acelerándole el ocaso político en su mansión de Buenos Aires, dejándole un enmarañado, más bien enrulado, futuro.

Matías Posadas siendo fiel obsecuente de su entonces jefe y necesitado de un sello político con el que juntar jugosos fondos a través de los denominados “aportes partidarios” creó  el Frente Plural al que aportaban “voluntariamente” de sus sueldos los funcionarios y ñoquis de su riñonada que pudo “calzar” dentro del despilfarro de nombramientos al que Urtubey sometió al Estado provincial.

Ese sello de goma era una suerte de comodín con el que el exgobernador rompía o armaba listas, frentes o colectoras según las conveniencias de cada elección. Esto hizo que haya hoy copiosos archivos de Matías Posadas “veleteando” opiniones según las coyunturas o necesidades políticas del jefe momentáneo de aquel entonces. En algunos tramos de su variopinta performance, el ahora “timbrero” y aspirante a “macrista-larretista” fue mandado por Urtubey a convertirse en ultrakirchnerista y sus declaraciones de entonces son un verdadero boomerang que da de lleno en cada una de sus efímeras y perecederas convicciones, sobre todo en este intento de conseguir un cargo ( si no lo tiene ya) a través de los que antes denostaba.

Otro partido convertido por aquellos días en comodin urtubeiciano fue el PRS de la mano de Andrés Zottos y Cristina Fiore, quienes también dejarán como único legado un profundo rastro de altas cualidades acomodaticias.

Volviendo al “veletismo posadiano”, tras su radicalismo, urtubeicismo, kirchnersimo, saencismo y cuantos ismos y abismos más,  ahora y sin ponerse colorado, Matías Posadas sale a “timbrear” con el PRO, se muestra en fotos con Larreta y emite opiniones tajantes con un llamativo convencimiento, el mismo que mostró en cada una de las fugaces caras políticas que le tocó poner.

Sin dudas que las inquietas, inestables y mudables opiniones del versatil ex de todo salteño lo convierten en un fiel referente vernáculo del inefable Leopoldo Moreau, ambos iniciados en la UCR, pero que tras una importante trayectoria de conversiones bien podrían formar una expresión política (o dado este caso, varias) a la que promocionen con sloganes como “convicciones en oferta” o “Digame que convicciones necesita y le cumplimos el pedido” y, como debe hacer un buen partido político, colocar en cada sede partidaria un enorme cuadro con la foto de quien representa cabalmente sus  ideas: en este caso Groucho Marx, y en la base de cada imagen del humorista una de sus frases más famosas, verdadero Leitmotiv  de los hombres de ideas inestables: “estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.

En otras paredes de los búnkeres bien podría pintarse una frase del ingenio popular que, con algunas pequeñas modificaciones aplica a la causa: “No es que hable en verso, sino que soy un fiel converso”.

Resta ver que hará el ahora “entenado” del PRO cuando desde ese espacio disparen, como lo vienen haciendo,  duras críticas al gobierno de Sáenz del que formó parte hasta hace muy poco tiempo. Aunque quizá por su nuevo ropaje político logre no ponerse colorado ya que el rubor es una característica específicamente humana como mostró Charles Darwin en su obra La expresión de las emociones en el hombre y los animales y no se da en nuestros parientes más cercanos, como el chimpancé, el gorila o el orangután, como seguramente lo caracterizarán ahora sus, hasta hace poco, compañeros peronistas.

Si la actitud del apostata serial es cuestionable, no lo es menos la de los actuales anfitriones pasajeros, por más necesitados que estén de tres o cuatro votos más. Un poco de dignidad no vendría mal ante la andanada de barbaridades vertidas contra Juntos por el Cambio, sus políticas y sus dirigentes durante su etapa de urtubeicista-kirchnerista. Esto último, claro está, en caso de que el PRO quiera mostrar que son diferentes y que quieren cambiar las cosas, sino solo será un Re-Junte a Cambio de algo, o terminarán adhiriendo a la célebre frase del médico, periodista y político francés Georges Clemenceau: “Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro”.