Fue en una reunión con más de 40 expertos. Se analizó la situación a partir de Ómicron y qué puede pasar en una nueva etapa de la pandemia.
La variante Ómicron dejó al desnudo -como nunca antes en la pandemia- dos cuestiones centrales: las vacunas contra el Covid disponibles no son eficaces para frenar la transmisión de la infección en su última versión, aunque sí para prevenir la enfermedad grave y la muerte. Así, el objetivo inicial de poder alcanzar la “inmunidad de rebaño” ya sea con tres o más dosis parece desvanecerse.
El nuevo escenario sanitario demanda otra oferta. En la Organización Mundial de la Salud creen que es indispensable dar un golpe de timón y cambiar la estrategia inmunitaria. En ese contexto tuvo lugar la reunión titulada “¿Por qué necesitamos una vacuna contra múltiples coronavirus?”, presidida por Philip Krause, presidente del Grupo de Expertos en Investigación de Vacunas contra el Covid de la OMS.
Participaron científicos de la OMS como Boris Pavlin y Marta Lado; también estuvo César Muñoz Fontenla, del Instituto de Medicina Tropical Berhhard Nocht, de Alemania; Eli Rosemberg, del Departamento de Salud del Estado de Nueva York; y expertos de las universidades de Harvard, Yale y otras estadounidenses; de la Universidad de Bristol, de Reino Unido; del Instituto de Genómica y Biología Integrativa CSIR, de la India; de la Universidad de Witwatersrand, de Sudáfrica, y de la Fundación Oswaldo Cruz, de Brasil, entre otras instituciones.
En el encuentro, a cuyo contenido tuvo acceso Clarín, se planteó el problema de que las vacunas actuales están basadas en antígenos del virus original de Wuhan, al que le sucedieron diferentes variantes de preocupación: Alfa, Beta, Gamma, Delta y ahora Ómicron, más otras variantes de importancia regional, como Lambda y Mu.
Ómicron, como se vio desde su aparición en Botswana y su recorrido de Sudáfrica al mundo, combinó una virulencia más reducida, mayor transmisibilidad y un escape significativo de las respuestas inmunitarias vigentes.
Lo que preocupa a los expertos de la OMS es que la ciencia y la industria farmacéutica, a pesar de estar moviéndose con una rapidez históricamente inédita, no puede dejar de correr de atrás al Covid: para el momento en que esté disponible una vacuna contra Ómicron, esta variante ya habrá causado daños relevantes.
De ahí surgen dos conclusiones: Ómicron, por un lado, aumentará la inmunidad contra el SARS-CoV-2 en el mundo. Los que sobrevivan a la infección por Covid podrán contar con una protección significativa contra la enfermedad grave. Se cree que esto preanunciaría un cambio -al menos en el corto plazo- de pandemia a endemia.
Por otro lado -si bien no puede saberse a ciencia cierta- es posible que de Ómicron derive una futura variante, que sea aún más transmisible y pueda eludir más de la inmunidad previa, con una virulencia incierta. Incluso, en la reunión de la OMS no dejó de plantearse la posibilidad de que otro coronavirus de murciélago haga el salto a la población humana. “Tenemos que estar preparados para todas las posibilidades”, plantearon los expertos.
El ojo está puesto, ahora, en las vacunas pancoronavirus, es decir, que puedan cubrir cualquier tipo de coronavirus más allá de sus variantes. Esto permitiría dejar de tratar de alcanzar al virus para frenarlo y, en cambio, esperarlo con la respuesta inmunitaria adecuada cuando haga su próximo movimiento.
¿Cuáles son los abordajes más prometedores? Y si se desarrollan, ¿cómo pueden evaluarse de manera confiable y eficiente?, fueron algunos de los interrogantes planteados en la reunión.
“La similitud estructural entre los coronavirus debería permitir el desarrollo de una vacuna pancoronavirus. Podrán surgir nuevas variantes con mayor rapidez que el desarrollo y despliegue de las vacunas específicas de variante. Las respuestas de las células T (de memoria) pueden constituir un importante componente de las vacunas pancoronavirus”, señalaron.
El horizonte de desarrollos y estrategias mencionados en la reunión de la OMS -que se encuentran en el inicio de la fase 2 de investigación- fueron los siguientes:
– Vacuna de adenovirus humano tipo 5 (hAd5) -como el componente 2 de la Sputnik- de próxima generación contra las proteínas S y N del SARS-CoV-2. El foco en la proteína N en los nuevos desarrollos es clave.
– Vacuna de ARN inteligente que se «autoamplifica», de próxima generación contra las proteínas S más N del SARS-CoV-2: no utiliza la maquinaria de la célula humana para la amplificación, como ahora, lo que la volvería más segura.
– Proteína RBD (Receptor Binding Domain) de la espícula -la parte que se une al receptor de célula humana- con el agregado de un adyuvante que amplifica la respuesta inmunológica.
– Métodos de vacunación-refuerzo heterólogos (combinación de vacunas).
Los elementos indispensables de una respuesta pancoronavirus, según explicitaron, son “humorales, celulares y en las mucosas”: tres frentes de ataque que garantizarían protección contra la enfermedad grave, pero al mismo tiempo una disminución significativa de la transmisibilidad.
“La disminución de la respuesta a la vacuna de refuerzo indica que no tenemos una vacuna concreta para el futuro. Aunque la enfermedad grave es crítica, una vacuna pancoronavirus podrá tener mejores posibilidades de bloquear la transmisión y facilitar la inmunidad de rebaño, y se espera que sea más duradera”, señalaron.
También se ponderó la utilización herramientas nuevas para facilitar la evaluación de los anticuerpos neutralizantes. Por ejemplo, la generación de vectores replicativos competentes, que son generados “in vitro” y permiten evaluar la eficacia de las vacunas frente a las diferentes variantes del virus, según lo reportado en la revista Nature por la científica Claudia Perandones y su colega Benhur Lee con respecto a la Sputnik V.
Sobre el cierre del encuentro de la OMS, que se extendió por más de seis horas y reunió en diversas mesas virtuales de discusión a más de 40 expertos, la conclusión más inquietante fue una sentencia compartida: “Todavía no terminamos con el Covid”.
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