El seleccionado argentino perdió por 39-10. A los 17 minutos de la etapa inicial, Tomás Lavanini vio la roja por tacklear sin los brazos y dejó al equipo con 14.
Se acabó la ilusión. Terminó el Mundial para Argentina más allá que matemáticamente no está eliminado porque Francia aún deberá conseguir al menos dos puntos más en sus dos partidos que le quedan frente a Tonga este domingo y/o contra Inglaterra el sábado 12 (algo que nadie en su sano juicio puede poner en duda). Pero en el estadio Ajinomoto se produjo la despedida.
Los Pumas, apenas terminó el partido ante los ingleses, supieron que toda había acabado. Fue dolor en el final con las lágrimas de Matías Moroni. Fue frustración en el cierre con una nueva trifulca de las tres serias que hubo en el partido. Fue resignación en esa despedida en la que por primera vez el equipo dio una vuelta olímpica para recibir el aplauso de los hinchas y, en el caso de algunos jugadores, para saludar a sus familiares y recibir al menos un consuelo que no les alcanza para nada.
El 39 a 10 con el que Inglaterra superó a Argentina fue elocuente, amplio, categórico. Y marcó las diferencias claras entre un equipo que es candidato a llegar lejos en el torneo por más que no haya tenido una gran actuación y otro que cumplió otra actuación floja. Aunque haya matices para explicarla como que durante 63 minutos jugó con un hombre menos.
El comienzo fue para ilusionarse. Se pedía a gritos rebeldía en los jugadores argentinos, alguien que intentara algo diferente ante tanta chatura mostrada en los dos encuentros previos y el que lo hizo primero fue Urdapilleta con un gran kick cruzado para la corrida en diagonal de Moroni. De esa jugada nació un scrum en 5 yardas para el equipo argentino y de la formación, el penal que el propio apertura cambió por tres puntos.
Sin embargo, la reacción de Inglaterra fue inmediata. A los 8 minutos y tras un line, Youngs se escapó por el ciego y la pelota le cayó a Jonny May, que apoyó. Ahí empezó a notarse uno de los grandes problemas de Argentina en el Mundial: la falta de tackle de sus tres cuartos.
Hasta que a los 17 hubo una jugada clave que desembocó en lo que vendría después. Lavanini fue a tacklear sin los brazos a Youngs y el galés Nigel Owens, tras revisar el TMO, lo expulsó. Fue la segunda roja para un jugador argentino en un Mundial: la anterior la había recibido Pedro Sporleder en 1991 tras agarrarse a trompadas con el samoano Mat Keenan, quien también fue expulsado. Además, el segunda línea fue el cuarto Puma expulsado de la historia desde que comenzaron a usarse las tarjetas: el primero había sido Federico Méndez en 1990 y el tercero, Enrique Pieretto en 2016 (los dos también contra Inglaterra).
Se venía la noche pero entre el corazón Puma y las imprecisiones de los backs ingleses el resultado estuvo a tiro. Hasta que en los últimos cuatro minutos el ganador puso dos golpes de nocaut: primero a través de Elliot Daly y luego por intermedio de Ben Youngs. Los dos tries llegaron por la misma vía: percusión con los forwards ante un pack que empezaba a sentir el cansancio de tener un hombre menos y sendas resoluciones por el espacio libre.
Los Pumas poco pudieron hacer en ese primer tiempo. Cuando tuvieron la pelota el juego fue previsible: fue un ir y chocar, dejar la pelota en el piso, armar el ruck y pasar, volver a ir y chocar o intentar algún cajón. No mucho más… Y cuando la tuvo Inglaterra, sólo se vio camisetas celestes y blancas tackleando hasta aguantar a un equipo superior.
Inglaterra golpeó de entrada en el arranque del complemento y a los 4 minutos llegó al punto bonus con el cuarto try. Otra vez la misma receta: ir hacia adelante con los forwards y encontrar el hueco. Esta vez el que lo consiguió fue George Ford.
Luego siguió el dominio abrumador de Inglaterra. Con Ford como director de la orquesta manejando magistralmente el juego con su pie y poniendo siempre a su equipo cerca del ingoal argentino. Y con Los Pumas defendiendo con vergüenza. Otra no cabía.
Con 22 puntos abajo en el marcador, los tres cuartos argentinos elaboraron quizá su mejor jugada en el Mundial y la combinación entre Mensa, Carreras y Matías Moroni terminó con el centro (ya en ese momento había dejado la punta) apoyando. Luego hubo tiempo para que entre los 33 y los 39 minutos llegaran al try Jack Nowell (gran jugada individual tras un salteo y un cambio de paso) y Luke Cowan-Dickie tras el empuje coordinado del maul. Y ahí terminó todo.
Con un equipo vacío. Sin respuestas ante muchas preguntas que ya comenzaron a hacerse y que tienen que ver con el futuro del rugby argentino.
Fuente: Clarin
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