Además, arrestó a 37 periodistas y prohibe llamar usurpador a Nicolás Maduro y “presidente interino” a Juan Guaidó.
Giovanni Durán, periodista de la televisora pública ViveTV, nunca pensó que un simple comentario suyo en un chat privado sobre el racionamiento eléctrico fuese motivo de despido bajo la acusación de presunta “deslealtad política” con el régimen de Nicolás Maduro.
Su caso es uno más de decenas de periodistas que han perdido su empleo por expresar su opinión en las redes sociales, según ha reportado el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), cuya lista de afectados, no solo de cesantes sino de arrestados, ha aumentado por la represión y los ataques del oficialismo contra los medios en lo que va de año.
En conversación con Clarín, el periodista Luis Carlos Díaz, uno de los ciberactivistas más influyentes del país, dijo que la censura chavista es “monstruosa” en Venezuela. Trabaja en el circuito Unión Radio. El 11 de marzo fue detenido durante 30 horas, acusado por el régimen de estar presuntamente involucrado en el sabotaje del sistema eléctrico nacional.
Gracias a la movilización internacional, incluida la ONU, Luis Carlos Díaz pudo salir en libertad condicionada pero debe presentarse cada 8 días a un tribunal de Caracas, no puede salir del país y tampoco hablar a la prensa sobre su caso por el presunto delito de “instigación al orden público”, que tiene penas de hasta 6 años de prisión.
Hasta la primera semana de marzo el Instituto de Prensa y Sociedad en Venezuela (IPYS) ha reportado unas 155 violaciones y ataques contra la prensa, de las cuales unos 37 periodistas, nacionales y extranjeros fueron detenidos arbitrariamente por parte de funcionarios de seguridad del Estado y simpatizantes oficialistas.
Ya no hay prensa libre en Venezuela. La última forma de censura lanzada por Conatel (Consejo Nacional de Telecomunicaciones) es prohibir designar a Nicolás Maduro como “usurpador” o a Juan Guaidó como presidente interino en las radios y televisoras, tanto públicas como privadas, bajo la amenaza de cierre al que transgreda las normas oficiales.
El veto se extiende a los que participan en los foros, tertulias o entrevistas. Los invitados a los programas no pueden hablar de juicios, apoyo extranjero, levantamiento militar, golpe, referendo, elecciones y una larga lista de términos prohibidos como dictadura, denuncia el periodista Nelson Bocaranda, que lleva su programa radial diario, donde hace malabarismos lingüísticos para evadir al censura.
Conatel no ha publicado el oficio sobre la nueva modalidad de censura a las radios y las pocas televisoras que todavía quedan abiertas, tomando en cuenta que el 90% de sus licencias han caducado y la renovación está condicionada a portarse bien con el régimen.
Las restricciones a la libertad de expresión y de prensa empeoraron en enero pasado cuando tomó posesión Juan Guaidó como presidente de la Asamblea Nacional y luego el 23 de enero fue juramentado como presidente encargado de Venezuela.
Desde ese entonces las protestas masivas en la calle han sido reprimidas de manera violenta. Y los reporteros, que están al frente de la batalla equipados con máscaras anti gas y chalecos antibalas, son los primeros en caer en las garras de los cuerpos represivos que roban sus teléfonos y cámaras.
Para el periodista Edgar López, “las categorías de violencia contra la prensa incluyen agresión física, violencia contra la mujer periodista, robo de equipos y hostigamiento, detención arbitraria, desaparición forzada, muerte, intimidación y precarización del trabajo”.
Edgar López junto a otros 385 periodistas elaboraron un manual para prevenir y saber cómo enfrentar a los represores en la calle. Según el SNTP hasta el 2018 se han registrado 2.020 ataques contra la prensa.
El ciberactivista Luis Carlos Díaz dice que la mayor censura es la falta de acceso a las fuentes oficiales. Dijo a Clarín que “no tenemos cifras económicas ni sobre salud. Lo peor es el ocultamiento y la oscuridad informativa del régimen”.
Otra forma de censura es negar las divisas para importar papel a los periódicos. El último en cerrar fue el diario Panorama, que pese a su lealtad con el régimen, no tuvo otra opción que emitir su última edición impresa esta semana. Con este diario regional del Zulia, mueren los periódicos en el país. Unos 60 periódicos con más de 100 años de tradición yacen bajo tierra.
La crisis ha obligado a todos los diarios venezolanos a mudarse al formato digital donde compiten con los nuevos medios electrónicos, que tampoco pueden escapar a la censura porque el régimen los bloquea tan pronto se vuelven críticos.
Esta semana ocurrió un milagro: Maduro desbloqueó los medios digitales para que pudieran verse por internet porque se encontraban de visita en Caracas los delegados europeos del Grupo de Contacto Internacional de la UE. Así no se llevarían tan mala impresión de la censura chavista.
El aparato de propaganda, censura y represión contra los medios lo integran Conatel, el Ministerio de Comunicación e Información, y el sistema judicial que controla Diosdado Cabello, el número dos del régimen que a su vez es el presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, el vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela.
El programa televisivo de Cabello “Con el mazo dando” marca a los que van a ser detenidos y perseguidos tanto a los periodistas como activistas y políticos opositores. Los órganos represivos que ejecutan sus órdenes son la policía secreta del Sebin, el contraespionaje militar (Dgcim), la Guardia Nacional, la policial Fuerza de Acciones Especiales (Faes) y los “colectivos” paramilitares.
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