Por Eduardo Aulicino
Busca opacar el triunfo de Schiaretti y restarle trascendencia nacional. Volvió al PJ después de muchos años de desconsiderarlo. Y disputa el apoyo de jefes provinciales. Ese es otro punto central de competencia con el gobernador cordobés y el armado no K
Cristina Fernández de Kirchner no dejó pasar siquiera 48 horas desde los festejos del peronismo cordobés y movió una ficha muy simbólica y también práctica para exponer que su proyecto político está decididamente en marcha. Volvió a la sede del PJ después de muchos años de ausencia y de escasa consideración, ratificó su plan de un frente electoral con eje personal ineludible y buscó quebrar el efecto nacionalizado del triunfo de Juan Schiaretti. «Esto es una respuesta directa a Juan», era la síntesis de la lectura hecha cerca del gobernador de Córdoba.
Resultó muy significativo –con pirotecnia de trascendidos incluidos- todo lo que se expuso de un lado y del otro en la previa y en las horas posteriores a la visita de la ex presidente al PJ. Tanto, que desde la sede del Consejo Nacional buscaban destacar que la cita podía ser considerada «sorpresiva» para la prensa, aunque había rumores, pero que se trató de un encuentro muy trabajado.
Por supuesto, más sencillo era el mensaje. «El peronismo está acá», casi desafiaba una fuente del PJ. La reunión fue cuidada al detalle: a puertas cerradas, sin celulares, se dijo, y con guardia periodística en la calle. Hubo foto posterior bien preparada, según el criterio conversado con el Instituto Patria.
La ex presidente se mostró con el conjunto que se fue armando en el Consejo, a cargo de José Luis Gioja. Intendentes del GBA y dirigentes que se alternan en el PJ bonaerense, jefes sindicales enfrentados en su propia interna pero integrantes de la Comisión de Acción Política y tres gobernadores (la fueguina Rosana Bertone, la catamarqueña Lucía Corpacci y el formoseño Gildo Insfrán), además de referentes de La Cámpora y regresados como Felipe Solá y Alberto Fernández, de creciente peso en su equipo.
El mensaje informado luego del encentro fue que ella insistió con la idea de un amplio frente opositor, alrededor de la «unidad» peronista, y que dijo estar dispuesta a ocupar el lugar «donde pueda ser útil». La movida incluyó declaraciones de varios asistentes a las oficinas centrales del PJ que coincidieron en pronunciarse a favor de su candidatua. Y Alberto Fernández sugirió que la decisión está cada vez más. Luego de la reunión en el Consejo Nacional, se destacaba que para el último día de mayo debería estar clara la integración del frente electoral. Restarían después doce días para «ajustar» piezas y otros diez para anotar las listas con los nombres de los candidatos.
Ese plazo autoimpuesto del 31 de mayo para acordar un frente fue difundido como mensaje hacia la interna y sobre todo a los gobernadores del PJ, muchos de los cuales navegan hasta ahora entre dos aguas: de un lado el proyecto kirchnerista y del otro el peronismo federal. Todo ayer asomó en la misma dirección, aunque hubo insistencia en señalar que la reunión con la ex presidente venía muy conversada y demorada. Se decía que primero fue aplazada para esperar las PASO santafecinas (a fines de abril), después por problemas operativos en la semana del feriado del 1° de mayo y finalmente para aguardar la elección cordobesa. Al menos esto último resultó evidente.
En las cercanías de Schiaretti, la evaluación no dejaba grises. Consideran que la movida con marca CFK fue una reacción clara frente a la «potencia» y las estribaciones del triunfo electoral del domingo, cuyo mensaje –decían para que no queden dudas- fue directo para el kirchnerismo y también para Mauricio Macri. Sería un paso decisivo para el armado de una fuerza competitiva contra la «grieta» y con base en un PJ «federal, democrático y republicano», según palabras del propio Schiaretti en la celebración del domingo.
Tampoco resultaron anecdóticas otras señales cruzadas ayer mismo. Quizás el punto más destacado tenga que ver con los juegos territoriales. Desde bastante antes de los comicios cordobeses, se destacaba que Schiaretti ocuparía por peso propio el lugar de «ordenador» del PJ federal. El triunfo sonoro lo puso en ese lugar. ¿Qué sería ordenar? Básicamente dos cosas: encauzar de algún modo la interna y consolidar un armado amplio con los gobernadores.
En rigor, las prioridades estarían invertidas. El foco inicial estaría puesto en la convocatoria a jefes provinciales del PJ que mostraron algún grado de respaldo a la propuesta nacida de Alternativa Federal, pero luego se refugiaron en sus propios distritos sin dar señales claras en ese mapa algo desdibujado. Schiaretti buscaría mantener un primer encuentro con gobernadores la semana próxima.
El otro asunto también apremia, porque las fechas para definir frentes y candidatos se vienen encima. Un interrogante no sólo para el cordobés sería en estas horas qué hará finalmente Sergio Massa, el más atento a qué fichas se mueven en el tablero kirchnerista. Los mensajes dirigidos a él desde esa orilla son persistentes y ayer mismo tuvieron registro en la sede del PJ.
El problema, de todos modos, es cómo resolver la competencia por la candidatura presidencial. ¿PASO sí o no? Roberto Lavagna mantiene la idea de una consagración por consenso y trabaja para sumar aliados –algunos de ellos le reclaman pronta definición pública-, pero no estaría cerrado a negociar. Juan Manuel Urtubey está particularmente activo en las últimas dos semanas, con actos y recorridas. Miguel Angel Pichetto es seguramente el mayor buscador de un entendimiento. Todos tienen un perfil de peronismo si se quiere parecido, como definición de espacio, con su sello y términos similares a los usados por Schiaretti.
Las diferencias con el kirchnerismo resultan muchas hasta ahora. Y alcanzan incluso a la lectura de los resultados de los comicios provinciales. En la sede del PJ, se buscaba destacar lo ocurrido en las urnas exclusivamente como una serie de ocho derrotas oficialistas. Por error se computaban las originales PASO de La Pampa -restringidas a la interna ganada por la UCR al PRO- y se registraban éxitos peronistas y de fuerzas provinciales por igual.
No es, claro, la cuenta que hacen en otras veredas. Computan dos derrotas claras del kirchnerismo (Neuquén y Río Negro) a manos de fuerzas provinciales que consideran posibles aliadas; dos claras victorias del PJ con el kirchnerismo detrás de los proyectos reeleccionistas locales (las PASO de San Juan y Entre Ríos); dos peleas abiertas (en Santa Fe, entre el peronista más bien tradicional Omar Perotti y el socialismo, y en Chubut, entre el gobernador Mariano Arcioni y el kirchnerista Carlos Linares), y el éxito del gobernador cordobés.
La disputa por los gobernadores está abierta y muchos de ellos definirán en los primeros domingos de junio su propio poder local. Después del acto de la ex presidente en la sede del PJ, decían que no era descabellada una llamada de ella a Schiaretti. ¿Un saludo, tardío? Se verá. Por lo pronto, el mensaje político ya fue despachado.
Fuente: Infobae
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