Su órbita está muy cerca de nuestro planeta y se acerca cada seis años. Por qué la agencia estadounidense quiere tomar muestras de su superficie.
La NASA no para. Acaba de festejar el exitoso descenso del Insight en Marte, el Curiosity sigue mandando fotos de la superficie marciana y ahora se prepara para acoplar, este lunes, la sonda OSIRIS-REx en el asteroide Bennu. Esta última misión quizá sea la más importante ya que el asteroide representa un peligro peligro potencial para la Tierra porque su trayectoria indica que pasará «rozando» nuestro planeta. Algunos ya lo apodaron como el «asteroide la muerte» y el asteroide «Armageddon», pero la página oficial de la agencia espacial estadounidense asegura que no impactará nuestro mundo y que el principal interés de esta misión inédita es científico.
Después de viajar durante dos años y miles de millones de kilómetros de la Tierra, la sonda OSIRIS-REx está a punto de alcanzar su destino. Cuando llegue, se embarcará en una investigación de casi dos años de este grupo de rocas, haciendo un mapa de su terreno y encontrando un sitio seguro y fructífero para recoger una muestra.
La nave espacial ingresará a la órbita de Bennu este lunes y tocará brevemente su superficie alrededor de julio de 2020 para recolectar al menos 60 gramos (equivalentes a unos 30 sobrecitos de azúcar) de tierra y rocas. Podría recolectar hasta dos kilos lo que sería la muestra más grande, lejos de un objeto espacial, desde los aterrizajes de la Luna de los Apolo. La nave espacial luego empacará la muestra en una cápsula y viajará de regreso a la Tierra, dejando caer esa cápsula en el desierto del oeste de Utah en 2023, donde los científicos estarán esperando para recogerla.
Esta búsqueda de años de conocimiento empuja a Bennu al centro de una de las misiones espaciales más ambiciosas jamás intentadas. Pero la roca no es más que uno de los aproximadamente 780.000 asteroides conocidos en nuestro Sistema Solar. Entonces, ¿por qué los científicos eligieron a Bennu para esta investigación trascendental?
Apunta a la Tierra
A diferencia de la mayoría de los otros asteroides que giran alrededor del Sol en el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, la órbita de Bennu está muy cerca de la Tierra, incluso cruzándola. El asteroide se acerca más a la Tierra cada seis años y tiene una probabilidad relativamente alta de impactarla a fines del siglo XXII. También rodea al Sol casi en el mismo plano que la Tierra, lo que hizo que fuera un poco más fácil lograr la tarea de alta energía de lanzar la nave espacial desde el plano de la Tierra y hacia Bennu. Sin embargo, el lanzamiento requirió una potencia considerable, por lo que OSIRIS-REx utilizó la gravedad de la Tierra para impulsarse en el plano orbital de Bennu cuando pasó por nuestro planeta en septiembre de 2017.
El asteroide que se acerca a la Tierra.
La razón principal por la que los científicos están ansiosos por predecir las direcciones a la que se dirigen los asteroides es saber cuándo se acercan demasiado a la Tierra. Al tomar en cuenta el efecto Yarkovsky, estimaron que Bennu podría pasar más cerca de la Tierra que la Luna en 2135, y posiblemente incluso más cerca entre 2175 y 2195. Aunque es poco probable que Bennu golpee la Tierra en ese momento, nuestros descendientes pueden usar los datos de OSIRIS-REx y determinar la mejor manera de desviar los asteroides amenazantes, tal vez incluso utilizando el efecto Yarkovsky en su beneficio.
El efecto Yarkovsky modifica las órbitas de objetos pequeños del Sistema Solar como resultado del modo en que éstos absorben la radiación del Sol en una de sus caras y lo reirradian mientras rotan. Esto produce un ligero desequilibrio que, lentamente, con el paso del tiempo, altera la trayectoria del objeto.
Sus características
Los asteroides giran sobre sus ejes al igual que lo hace la Tierra. Los pequeños, con diámetros de 200 metros o menos, a menudo giran muy rápido, hasta unas pocas revoluciones por minuto. Este giro rápido hace que sea difícil para una nave espacial igualar la velocidad de un asteroide para aterrizar y recolectar muestras. Peor aún así, el giro rápido arroja rocas y tierra sueltas, material conocido como «regolito», el material que OSIRIS-REx está buscando para recoger, de las superficies de los pequeños asteroides. El tamaño de Bennu, en contraste, lo hace accesible y rico en regolito. Tiene un diámetro de 492 metros, que es un poco más grande que la altura del Empire State Building en la ciudad de Nueva York, y gira una vez cada 4,3 horas.
¿Qué pasaría si impacta contra la Tierra?
A medida que los asteroides se desaceleran a través de la atmósfera, los asteroides transfieren masa, impulso y energía al aire circundante a velocidades literalmente astronómicas. La entrada violenta de tales cuerpos produce fuertes ondas explosivas que pueden propagarse cientos de kilómetros y causar daños sustanciales en la Tierra, incluso cuando no se produce un impacto en el suelo.
El Proyecto de Evaluación de Amenazas de Asteroides (ATAP) de la NASA cuantificó el riesgo de tales fenómenos a través de una combinación de datos de observación, simulaciones de alta fidelidad y modelos de riesgo probabilísticos. Las incertidumbres en las condiciones de entrada y la composición de los asteroides se tuvieron en cuenta.
Simulación de lo que pasaría si un asteroide impactará la Tierra.
Como resultado, dependiendo del tamaño del asteroide, su composición y el angulo de entrada la atmósfera, un impacto contra la superficie terrestre podría causar gigantescos tsunamis, si llegara a caer sobre el océano; o terremotos devastadores, si fuera a impactar contra el suelo. La energía liberada sería tal que provocaría un sacudón mortal que arrasaría con ciudades enteras. Por suerte para nosotros, este tipo de impactos son muy raros. Ocurrieron contadas veces a lo largo de millones de años.
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