Valeria Zarza relató los ataques que sufrió por parte del cura que está acusado de cometer delitos sexuales en la Iglesia de Salta.
Valeria Zarza, una ex monja que se presentó como víctima del sacerdote Agustín Rosa Torino, a quien una fiscal salteña solicitó ayer llevar a juicio por graves delitos sexuales, contó hoy cómo el cura «manipulaba» a sus seguidores y les «lavaba la cabeza» para cometer los abusos, según informó La Gaceta de Salta.
«El sacerdote te lavaba la cabeza poquito a poco. Manipulaba. Se presentaba como un padre», dijo Zarza en declaraciones a Radio Con Vos, al referirse al fundador del Instituto Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, orden a la que Zarza perteneció.
La mujer, quien dejó el Instituto hace cuatro años, precisó que Rosa Torino «se sentaba horas en la computadora a escribir y nosotros debíamos leer y escuchar todos sus escritos. Todos creían que era un padre santo iluminador y que sus palabras eran ley».
Zarza relató los detalles del ataque que sufrió por parte del cura en México, a donde -según indicó- fue trasladada después de haber recibido varios testimonios de víctimas del religioso en Argentina.
Ayer, la fiscal penal 2 de la Unidad de Delitos contra la Integridad Sexual, María Luján Sodero, pidió el enjuiciamiento del sacerdote a quien se lo acusa por los delitos de «abuso sexual gravemente ultrajante y abuso sexual simple», en ambos casos agravado por ser ministro de un culto reconocido, y en caso de ser condenado podría recibir hasta 20 años de prisión.
La fiscal formuló el pedido a través de un extenso escrito, en el que detalló los hechos y las numerosas pruebas reunidas en contra del sacerdote, luego de un proceso que incluyó no sólo la realización de pericias técnicas sino también psicológicas y la recepción de más de 50 testimoniales.
Zarza, quien fue una de las personas de confianza del sacerdote hasta que fue denunciado por el ex novicio Yair Gyurkovitz, sostuvo que «Rosa se atribuía sanaciones y sus escritos eran copia y pegue de otras personas».
Hasta 2015, el Instituto dependía del Arzobispado de Salta, pero ese año el Vaticano decidió intervenirlo y desplazar al sacerdote de sus funciones.
Esta mañana, Zarza agregó que cuando ingresó a la comunidad «él se presentó como un padre para mí. Con el tiempo comenzaron los toqueteos. Él me decía que era sin querer».
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