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Cooperadora AsistencialSáenz le sacó los fondos a un centro de ayuda para hombres en situación de calle

Marcos arma un banquito de madera, mientras Pedro lo acompaña. Foto: El Tribuno/ Javier Corbalán

Se trata del centro de día Cura Brochero, único espacio que atiende a estas personas durante todo el año en la ciudad. Le sacaron el apoyo económico de la Cooperadora Asistencial de la Municipalidad de Salta.

También en el inicio de la gestión de Sáenz fue cerrado el refugio para estas personas que dependía de la Municipalidad. El Operativo Abrigo, gestionado por la Policía de la Provincia, funciona solo durante los meses de frío,

El único espacio que atiende todo el año a personas en situación de calle en la ciudad de Salta necesita que la comunidad colabore con fondos para seguir funcionando, tras la quita de apoyo de la Cooperadora Asistencial de la Municipalidad.

El centro de día Cura Brochero, que gestiona la fundación Manos Abiertas, recibe desde 2016 a cientos de hombres en situación de calle. En la vivienda ubicada en la calle España 158,  profesionales y voluntarios les brindan contención y capacitación y los acompañan de manera personalizada para que se reinserten en la sociedad y consigan un trabajo.

Durante dos años han brindado alrededor de 8.500 platos de comida -un promedio de 350 platos por mes-, que se comparten alrededor de una mesa.

Días atrás este espacio cumplió el segundo aniversario y busca donantes para sostenerse. Quienes quieran sumarse con una donación mensual a partir de 100 pesos pueden hacerlo con tarjeta de crédito o débito, comunicándose al 4329083, de lunes a viernes, de 9 a 13; por correo electrónico, a salta@manosabiertas.org.ar o en www.manosabiertas.org.ar /donasalta.

Manos Abiertas trabaja desde hace 12 años en Salta para que personas en situación de vulnerabilidad vivan, crezcan y envejezcan con dignidad. La hospedería Señor y Virgen del Milagro es una de las cinco obras de la fundación, que desde 2006 ha acompañado a más de mil personas, dándoles noches de abrigo y contención y 365 mil platos de comida.

Sin más ayuda oficial

A partir de mayo los únicos espacios de la ciudad que contienen todo el año a hombres en situación de calle -centro de día y hospedería- dependen solo de la comunidad y ya no tienen apoyo del Estado.

El Operativo Abrigo, gestionado por la Policía de la Provincia, funciona solo durante los meses de frío, y el refugio para estas personas que dependía de la Municipalidad fue cerrado al comenzar la gestión actual.

Un tiempo atrás la fundación recibió una nota de la Cooperadora Asistencial en la que les comunicaban que a partir de mayo rescindirían el contrato, que habían firmado en 2016 por cuatro años. Desde el organismo emitieron un comunicado en el que explicaron que la comisión directiva «decidió reformular los convenios por prestación de servicios» debido a la «situación económica financiera».

Según lo expresado en la nota de la Cooperadora, no se cubrieron «las expectativas iniciales del compromiso». El acuerdo consistía en que la fundación tuviera un cupo mensual para 10 personas de la ciudad, a cambio de una colaboración de 60 mil pesos por mes, y establecía que se solicitaran requerimientos básicos mínimos para incorporar a personas en situación de calle. Manifestaron que durante 2017 se asistió a solo 11 personas de la capital y que la fundación impuso «requisitos de difícil cumplimiento».

La vocera de la fundación -y pronto presidenta-, Teresa Zeballos, consideró que tiene «discrepancias» con lo planteado desde la Cooperadora: «En el parte de prensa dice que tienen problemas financieros y que nosotros incumplimos. Sin embargo, trabajamos todo el año con la hospedería prácticamente llena y recibimos a más de 200 personas en el año».

Sobre los requisitos, evaluó: «Hace más de 11 años trabajamos con hombres mayores de edad en situación de calle, que tienen que cumplir con determinados requisitos para ingresar a la hospedería». Contó que para pernoctar en este espacio deben ingresar por voluntad propia, moverse por sus propios medios porque hay escaleras que subir y no estar en «estado de adicción, borrachos o en proceso de abstinencia».

Zeballos invitó a la comunidad a sumarse a colaborar, ya que deben afrontar los alquileres y los sueldos de las personas que trabajan allí. «Queremos que vengan a ver cómo trabajamos. Las puertas están siempre abiertas para quien quiera conocer lo que hacemos», dijo a El Tribuno. La hospedería funciona de 18.30 a 8, en Córdoba 190, y el centro de día de 9 a 13 en España 158.

«Es algo especial, buenísimo. Ojalá que siga esto y que Dios ayude a todos los que lo hacen posible», expresó Miguel, uno de los hombres que asiste al centro de día, antes de irse a la cocina a picar cebolla para el almuerzo.

Un lugar donde recuperar la dignidad

Cada día entre 12 y 17 hombres asisten al centro de día

Al centro de día Cura Brochero asisten cada día de manera estable entre 12 y 17 hombres para encontrar apoyo, contención y cariño. Durante 2017, 137 personas pasaron por allí y entre el 10 y el 11% logró reinsertarse.

Además de ofrecerles la oportunidad de higienizarse tras haber dormido en la calle, profesionales y voluntarios los ayudan a hacer el DNI, a pedir turnos de salud, a armar su currículum y a buscar un trabajo. “Vienen a llorar, a reír…”, contó una de las trabajadoras.

Durante algunos meses se crean vínculos con los asistentes y, cuando están preparados, les preguntan qué quieren hacer. Así, Marcos se encontró con su pasión por el trabajo en madera y Héctor redescubrió sus dotes artísticas.

En el centro de día vuelven a adquirir hábitos como la limpieza y el orden, que luego aplican cuando consiguen trabajar y alquilar una vivienda. Entonces vuelven a visitar e incluso llevan donaciones.

El seguimiento que les hacen es personalizado. “Son personas que tienen mucho dolor y heridas por su historia”, apuntó otra colaboradora.

Marcos (63) encontró en el centro de día un espacio para trabajar y gente que lo ayuda a vender sus creaciones en madera para, así, tener “un dinero para sobrevivir”. “Mi trabajo toma sentido porque hay mucha gente que necesita hacerse una mesa, un banco o aprender algo. En este espacio aprovecho para enseñar un poco de carpintería, a manejar las herramientas…”, contó.

Valoró “la yapa” del plato de comida, que le permite ahorrar tiempo y dinero y compartir con los demás. Apreció la “vida en comunidad” y la gente “extremadamente altruista” con que se encontró.

 

Fuente: El Tribuno

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