El propio Javier Milei reconoció esta semana que al sector real de la economía lo complica la caída continua del precio del dólar, que ya perforó los $ 1.100. Vuelve la idea de la “dolarización endógena”. La flotación es una opción, pero el equipo económico se mantiene cauteloso.
El dólar MEP perforó los $1.100 al cierre de otra semana de buenas noticias para el Gobierno. Con esta nueva disminución, la brecha cambiaria ya quedó en menos de 10%, algo que no solo es inédito con cepo cambiario sino que pocos lo hubieran vaticinado hace apenas unos meses.
Argentina se volvió súbitamente un país muy caro en dólares y se transformó en un tema de debate en cada reunión empresaria y también un tema de consulta de los inversores que desembarcan en el país para conocer de primera mano el “fenómeno Milei”.
El propio presidente reconoció casi a la pasada que es un tema que empieza a preocuparles. En la entrevista que brindó la semana pasada a Radio Rivadavia, Javier Milei explicó que están buscando opciones para frenar la apreciación del peso “porque el sector real ajusta lento, a diferencia del financiero”. La solución, razonó, es permitir que los dólares circulen con mayor fluidez en la economía. Y volvió a sacar a la cancha el concepto de “dolarización endógena”.
“Como la base monetaria amplia va a quedar fija y entran más divisas, lo que va a terminar ocurriendo es una dolarización de facto”, explicó.
La teoría funciona muy bien, pero la implementación de esta competencia de monedas requiere de una velocidad mucho mayor para frenar la caída del tipo de cambio real. Por ejemplo, los 15.000 millones del blanqueo que entraron al sistema bancario le vienen muy bien al Central para acumular reservas, como ha sucedido en los últimos dos meses, a pesar de ser la temporada baja del agro.
Esas divisas, sin embargo, tienen escasas opciones de uso. Los bancos solo pueden ofrecer préstamos a exportadores o proveedores del sector. De manera creciente, esas divisas van volcándose al mercado de capitales, donde hay un fuerte aumento de la demanda por parte de empresas para financiarse en moneda extranjera a tasas baratas. El problema es que se trata de una opción restringida a unas pocas compañías de primera línea.
¿Débito en dólares?
Por otra parte, el Central está trabajando para que pueda pagarse directamente en dólares con tarjeta de débito. Pero esta posibilidad recién estaría lista después del primer trimestre del año próximo. Y aún en ese caso, no está claro si la gente estará dispuesta a pagar directamente en dólares en un supermercado, kiosco o farmacia.
Los dólares financieros ya quedaron a niveles muy similares al tipo de cambio de 2001. La Convertibilidad colapsó por la devaluación de todas las monedas emergentes, pero además el déficit fiscal volvió imposible sostener el “uno-a-uno″.
Es cierto que Argentina siempre tuvo problemas con tipos de cambio bajo: la “Tablita” de Martínez de Hoz, la propia Convertibilidad, o los dos primeros años del gobierno de Mauricio Macri. Pero provocar una devaluación ya no es una solución, porque habría un derrame directo en los precios.
Cepo y carry como droga
Carlos Rodríguez, ex viceministro de Economía, consideró que el tipo de cambio está artificialmente apreciado. “El carry trade y el cepo son una droga que permiten la felicidad transitoria de tener una inflación descendente a costa de un deterioro gradual y creciente en el tipo de cambio, llamado atraso cambiario”, advirtió el ex rector del CEMA, para quien “el atraso cambiario eventualmente termina colapsando la economía”.
La dolarización por definición terminaría con este problema, porque al no existir dos monedas ya no existe tal cosa como el atraso cambiario. La “competencia de monedas”, que es una suerte de escalón intermedio, ayuda al Banco Central a fortalecer sus reservas pero es una complicación para la competitividad de las empresas.
La única manera de salir de este embrollo es a través de ir hacia un esquema de flotación y tipo de cambio único. Otras opciones como avanzar sobre los costos burocráticos son positivos, pero no compensan los desafíos de la apreciación cambiaria. Y la baja de impuestos tampoco es una opción en el corto plazo.
Tanto Milei como Luis “Toto” Caputo, se refirieron esta semana a la posibilidad de liberar el cepo, sobre todo si se mantiene la desaceleración inflacionaria. Luego el ministro de Economía se preocupó en aclarar que otra de las condiciones necesarias para liberar los controles cambiarios es recibir “una inyección de dólares”, que debería aportar el FMI. Sin embargo, en ningún escenario se piensa en una salida del cepo estilo shock, como la que implementó Macri a fines de 2015.
Además de la apreciación del tipo de cambio, el otro tema que claramente empieza a inquietar a los inversores viene por el lado político. La pregunta que se repite una y otra vez en las reuniones gira en torno a las chances que tiene Cristina Kirchner de regresar con gloria a las altas esferas políticas. Dicho de otro modo, si es capaz de dar una vez más el batacazo como ya sucedió en 2019.
“Estas reformas que implementa Milei requieren de una reelección, los ocho años que no tuvo Macri”, razonaba esta semana el presidente de un banco internacional que tiene presencia en Argentina.
Nadie tiene una respuesta certera. La economía será decisiva para consolidar el proceso que viene llevando adelante el Gobierno. En 2017 a Macri le alcanzó con un rebote del 4% para ganar con claridad las elecciones legislativas. La crisis cambiaria desmoronó todo a los pocos meses.
El rebote de la actividad para el año próximo es un hecho. La recuperación gradual de los salarios, la inflación en baja y la entrada de capitales serán claves para sostenerlo, aún en medio de un proceso de ajuste fiscal. Pero será clave que es esa mejora resulte sostenible en el tiempo y se prolongue también en 2026 y 2027 para terminar de consolidar el actual proyecto. Y sobre todo para impedir el regreso del kirchnerismo al poder.
Fuente: Infobae
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